Me envía un antiguo amigo un diagnóstico muy personal, pero compartido sobre la inestabilidad imperante en la Universidad Nacional.
“De siempre, la Universidad Nacional Autónoma de México es vista como un botín político para grupos internos y externos. Su control llama la atención de quienes detentan el poder. Así, mientras se vaya aproximando la sucesión en Rectoría –prevista para el otoño del 2023–, fecha en que termina el segundo periodo del rector Enrique Graue, las asechanzas, presiones y movilizaciones se irán multiplicando.
“Las recientes tomas de escuelas y facultades, los paros y amagos por grupos de encapuchados y de grupos feministas radicales sirven para enturbiar, desde ahora, el ambiente y que el cambio en la dirigencia de la UNAM sea agitado para fines políticos y buscar la imposición de quien debe conducir los destinos de la máxima casa de estudios. Los grupos y personajes van de la izquierda moderada a la izquierda extrema y radicalizada.
“La derecha, con la desaparición del Muro –grupo de extrema derecha y que por años violentó el campus, poco tiene que hacer. Es más, ni siquiera al PAN le interesa mucho lo que suceda en los rumbos de Insurgentes Sur. Ni Vicente Fox, ni Felipe Calderón hicieron mucho por influir en el cambio.
“Debe recordarse que el largo paro de nueve meses que afecto la vida académica fue impulsado entonces por el Consejo Estudiantil Universitario –del que formaran parte, en sus inicios, Carlos Imaz, Martín Batres y la misma gobernadora de la capital Claudia Sheinbaum–. El renovado CEU fue encabezado por Fernando Belaunzaran, Inti Muñoz, quienes recibían recursos desde el gobierno capitalinos, entonces encabezado por Rosario Robles.
“Sin embargo y conforme pasaba el tiempo el movimiento se radicalizaba hasta ser tomado y encabezado por el Consejo Nacional de Huelga (CGH), quienes se cerraron a toda negociación hasta que tumbaron a Francisco Barnés de Castro de la Rectoría.
“Hoy se sabe que los antiguos Ceuistas quieren retomar el control de la UNAM en la búsqueda de imponer un rector o rectora a modo del gobierno de la 4T. El campo es fértil, pues hay una serie de demandas estudiantiles que no han podido ser resueltas y de las que se montan los diversos grupos. Cuestiones de género, de abuso, de inseguridad y hasta de movilidad han surgido en los pliegos petitorios.
“Algunos de los observadores apuntan directamente al Colectivo Axólotl, un grupo creado para propagar el mensaje presidencial y la filosofía de Morena. La idea, crear una universidad de masas, popular y sin criterios académicos para su ingreso y egreso.
Dicho colectivo tiene presencia en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Derecho, Filosofía y Letras, Psicología y en la FES Aragón. Sus dirigentes, como Camilo Villanueva, Tlacaélel Garduño y Aarón Pineda, son ligados a Martí Batres, el primero, y a Jesús Ramírez Cuevas los dos últimos. Es decir que las mismas izquierdas se disputan el control de la UNAM.
Desde el púlpito de Palacio Nacional se ha señalado insistentemente que la UNAM se aburguesó y derechizó y que sus estudiantes y egresado son aspiracionistas. Nada tan cierto, pues la mayoría de sus estudiantes provienen de familias clase medieras, medias y bajas, aunque también hay hijos de trabajadores y campesinos, que buscan ascender en la pirámide profesional.
“Un caso puede dar la pista. Desde su llegada a la dirección de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, la actual administración, encabezada por la doctora Carola García, ha sido puesta en jaque. Luego de un largo periodo de clases a distancia –obligadas por la pandemia–, el retorno ha sido complicado por los paros y demandas de colectivos feministas.
“El colmo y que obligó a un nuevo cierre fue el aviso, desde le C5 de la colocación de una bomba o artículo explosivo.
“Después de larga horas de búsqueda, el explosivo no fue encontrado, porque simplemente no lo había. El aviso de C5 fue una falsa alarma hecha desde el mismo centro de operaciones especiales del gobierno capitalino.
“Muchos ojos apuntaron a la figura de Arturo Chávez, ex secretario general de la facultad, quien ahora labora para el gobierno capitalino.
“La fórmula funcionó y el 18 de octubre tocó a la FES Cuautitlán ser cerrada por una amenaza de bomba, y como el primer caso, se afectó la vida académica y la bomba no explotó, porque no la había.
“También la semana pasada las instalaciones de FES
ACATLAN tuvieron que ser resguardadas y ante un notario público dar fe de los daños a la infraestructura y equipo técnico. Ese mismo día Feministas Organizadas independientes del CCH Sur levantaron la voz ante la reciente violación de una joven al
interior de las instalaciones. Demasiadas coincidencias”.