La semana pasada se llevó a cabo la reunión anual de otoño del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM). Como lo he comentado anteriormente, ésta es una de las reuniones anuales más importantes en el circuito internacional, junto con el G20 y el Foro Económico Mundial de Davos. Para los economistas, ésta fue ‘la Semana Mayor’, debido a que inicia con el nombramiento de quienes serán galardonados con el Premio Nobel de Economía, el lunes, seguido por la presentación del documento “Perspectiva Económica Global” (World Economic Outlook o WEO) del FMI y después una serie de conferencias y reuniones entre ministros de finanzas y banqueros centrales, con sus homólogos en otras latitudes y participantes del sector privado.
Esta ‘Semana Mayor’ termina con los tradicionales seminarios de banca internacional del G-30 -grupo de los 30 economistas más influyentes en cuanto a política monetaria se refiere-, y la conferencia ‘Per Jacobsson’ el sábado y cierra con el desayuno ‘EuroFifty’ donde los economistas más connotados de Europa discuten los temas clave de la región. Todo esto es aderezado con desayunos, comidas y cenas que hacen mucho más rica la discusión. Normalmente este evento se lleva a cabo en Washington, DC y cada tres años cambia de sede. En 2018 fue en Bali, Indonesia (“México e Indonesia”, 9 de octubre, 2018) y en 2023 se llevará a cabo en Marrakech, Marruecos. En esta ocasión, Washington, DC se convirtió por unos días en el ‘Disneylandia’ de los economistas. Inclusive se venden souvenirs como tasas con el logotipo del FMI, paraguas con las banderas de los 190 países miembros, cuadernos y plumas, entre muchas otras cosas.
Desafortunadamente en esta ocasión este ‘cuento de hadas’ no tuvo un final feliz. De hecho, empezó con un sentimiento muy negativo. El Economista en Jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas, presentó las perspectivas económicas 2022 y 2023 enmarcándolas con la frase “lo peor está por venir” y para no quedarse atrás, en el seminario de banca internacional, la Directora Gerente del FMI, Kristalina Georgieva, comentó: “Yo sé que el mundo empieza a estar en crisis cuando la gente empieza a pronunciar mi apellido correctamente…recientemente hemos tenido 26 países solicitando apoyo del FMI” y remató cerrando su discurso con “abróchense los cinturones”. En este sentido, el FMI está pronosticando que el PIB global crezca a una tasa de 3.2 por ciento este año, que implica una desaceleración con respecto del 6.0 por ciento el año pasado y que, hacia delante, muchos países observen una recesión, con una tasa de crecimiento a solo 2.7 por ciento en 2023.
El staff del FMI, quien prepara los pronósticos, anticipa que la economía de los Estados Unidos crezca 1.6 por ciento en 2022 (de 2.3 por ciento en julio) y 1.0 por ciento en 2023. En el caso de la Eurozona, el FMI espera un crecimiento de 3.1 por ciento para 2022 y de 0.5 por ciento para 2023 (de 1.2 por ciento en julio). Por su parte, se anticipa que la economía china continúe con tasas de crecimiento muy por debajo del 7.0 u 8.0 por ciento que estuvo creciendo por muchos años, aunque sí se espera una aceleración en 2023 debido a que se asume que los encierros masivos de la política de cero Covid disminuyan el año que entra. Así, el FMI anticipa un crecimiento de 3.2 por ciento este año y de 4.4 por ciento el año que entra. En cuanto a Latinoamérica, se revisó el crecimiento proyectado al alza de 3.0 a 3.5 por ciento para este año, en línea con la resiliencia que hemos observado en nuestra región. Sin embargo, Latinoamérica también sufrirá las consecuencias de la recesión global con un crecimiento de 1.7 por ciento en 2023 (revisado de 2.0 por ciento en julio). Por último, el FMI pronostica un crecimiento de la economía mexicana de 2.1 por ciento para este año -revisado a la baja de 2.4 por ciento en julio-, y una tasa de crecimiento de 1.2 por ciento para 2023 (consenso/Barclays: 1.2 por ciento). Ahora, más que ver las cosas tan negativas como Gourinchas o Georgieva, creo que estamos ‘mal’, pero no ‘fatal’. No tenemos en frente un virus desconocido con alta tasa de contagio y de mortalidad como lo fue Covid-19, ni están quebrando grandes bancos a nivel global, como en la Crisis Financiera Global de 2008-2009. Lo que tenemos ahora es alta inflación y ya sabemos cómo atajarla.
Sin embargo, es aquí en donde encontré mucho debate. Si bien observé consenso de que la economía global se desacelerará el año que entra, potencialmente entrando en una recesión, no percibí un consenso en torno a lo que tienen que hacer las autoridades monetarias a nivel global. Por un lado, hay quienes lanzan críticas ‘a diestra y siniestra’ a las acciones del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed), por no haber actuado antes restringiendo la política monetaria o por no aumentar el ritmo de restricción actualmente. Este grupo de personas piensa que la mayoría de las presiones inflacionarias que vive los Estados Unidos hoy en día provienen de la demanda y así creen necesario que el Fed enfríe la economía americana más rápido para que baje la inflación. Sin embargo, por otro lado, hay quienes piensan que las altas tasas de inflación se explican mayormente por presiones de la oferta agregada, ante las disrupciones a las cadenas de suministro debido a la pandemia y que se exacerbaron con la guerra en Ucrania. Normalmente las acciones de política monetaria tienen un impacto muy pequeño en los aspectos de oferta que explican la inflación. Así, la recomendación es elevar la tasa de interés, pero no demasiado y dejarla alta por un largo periodo de tiempo. La mayoría de quienes apoyan esta versión comentan que aumentar demasiado rápido la tasa de referencia o llevarla a niveles muy elevados puede causar un evento de estrés financiero a nivel global y provocar una recesión global profunda. Cuando vemos este tipo de opiniones extremas, en mi opinión, sucede algo intermedio. Vamos a ver. Considero que, si bien hay presiones de demanda que tiene que atajar el Fed, una parte importante viene de la oferta, por lo que creo que tiene que continuar con un esquema menos agresivo de restricción monetaria. Como aspecto final, la mayoría de los inversionistas se encuentran optimistas con respecto a Latinoamérica hacia delante, con todo y lo que ha ido ocurriendo en el plano político, pero ese es material de otra columna.
Twitter: @G_Casillas
* El autor es Economista en Jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México.
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