Envalentonados por la euforia, los integrantes de una alianza tan frágil como ahora se probó, creyeron equivocadamente en un acuerdo inexistente. Jugaron con las cifras –grave problema en el mundo real— y creyeron, juntos podremos derribar la muralla morenista, y la derribaron una vez, pero no se dieron cuenta de una verdad amarga: detrás de la mellada barrera electoral –media ciudad de México, un atasco en al Reforma Energética– estaba la artillería pesada de Morena, y bastaron tres o cuatro videos tan comprometedores como ilegales (quien tiene el poder no necesita la ley ), para hundir le piragua de Alejandro Moreno Cárdenas, quien puso en la balanza sus posibilidades y con juicio de procedencia sobre el cuello y algunas carpetas de investigación cuya lerdez podría despertar con una simple orden del Palacio Nacional, y entonces hundió en la espalda de sus aliados el puñal de la traición, lo cual abrió la puerta para futuras modificaciones constitucionales y el desvanecimiento del arma poderosa de los coaligados contra la 4-T: la “moratoria” constitucional con cuyo cerrojo iban a defender, cuando llegara el momento, la existencia misma de un Instituto Nacional Electoral, amenazado desde hace años por los promotores del poder central, total, como ahora se prueba sin miramientos, porque los priistas, por divididos como estén, por muchos chillidos como peguen quienes lloran como Boabdil, ya reventaron el dique, derribaron el bloque y le dejaron todo en las manos al Senado donde habrá muchos brazos torcidos y donde el presidente se saldrá{a también con la suya, no importa cuál recurso extremo utilice, porque el caballero Monreal ya está en un terreno cada vez más comprometido, en aquello de la eficacia para los equilibrios, y por extraño como parezca todo ahora está en manos de los herederos de Plutarco, quienes han hecho de la traición una doctrina profunda, como se sabe a lo largo de su historia, y se demuestra en este caso tan notable donde frente a la violación tumultuaria de la virginal (es un decir), señorita constitución (manoseada como gorda en el Metro Pantitlán, o papel higiénico en el culo de los diputados), la mayor disidencia femenina es una abstención porque se puede disentir, pero es mejor disentir en el disimulo del limbo tibio de la negativa sin negación y la afirmativa sin afirmación, como se debe comprender el lenguaje de la abstención, tal y como en su momento hizo también Don Ricardo y en esas condiciones no hay mucho por esperar porque cuando se trata de vender caro el amor, brincan sorpresas por todas partes, ya sea con repentinas urgencias urinarias tal nos evoca el ejemplo de aquel yucateco Paoli cuando se votó el Fobaproa o con súbitas concesiones como sin duda sucederá cuando lleguen los cañonazos de 50 mil o los amagos de apertura de expedientes cuyo cierre resulta más conveniente, pues todos tenemos en esta vida un pasado y un ombligo, nadie se salva, ya sea por la vida privada o por negocio inconfesables, adicciones secretas, relaciones inconfesables o negocios turbios al amparo de la política, donde todo es turbio, tenebroso y falso, así pues compañeros, prepárense para ver la segunda etapa de este circo, donde todo es natural, excepto la actitud de los traicionados, quienes como novias engañadas, esperan conocer el resultado de la votación sobre el atropello constitucional, para ver si persisten en su relación con el traidor; o lo echan para siempre de su vida y sus lastimados corazones; como ha dicho con pueril ingenuidad, el joven dirigente del PAN, Marko «Kortés», quien a ratos da risa y en ocasiones lástima, pues así es el caso por el cual ahora todo mundo se rasga el peplo y se llena de cenizas los cabellos, en un país donde leche no tiene lactosa; carece el café de cafeína; los periódicos no tienen periodistas y las políticos carecen de palabra, lo cual quizá no sea exclusivo del país, seamos justos.
Rafael Cardona