Las golosinas son inspiradas en los rahat lokum, un dulce tradicional de Turquía que data del Imperio Persa en el año 225 a.C.
Los Jelly Beans son una mezcla de azúcar, jarabe de maíz, almidón, sabores y colorantes artificiales.
Todo comienza con una base de azúcar líquida. De acuerdo a Business Insider, el proceso comienza con una mezcla llamada “slurry” que contiene agua, almidón, azúcar y jarabe de maíz. Cuando la mezcla está lista se añade el saborizante compuesto por jugos de frutas, purés y sabores artificiales.
Cuando la mezcla está lista el producto viaja por un equipo que da forma al caramelo. Después la mezcla preparada es inyectada en los moldes que se ponen reposar por una noche en un cuarto de secado para que el caramelo comience a endurecer.
Cuando salen del secado, las pequeñas gomitas son bañados por caramelo para evitar que se peguen es necesario mandarlos a un “spa”, un baño de vapor y una ducha de azúcar antes de mandarlos a una máquina que parece una mezcladora de cemento.
Los trabajadores añaden una mezcla de jarabe y azúcar en la mezcladora para formar la capa dura del caramelo, a medida que los caramelos caen en las máquinas, el jarabe y el azúcar se acumula en el centro. Esta capa forma la cáscara endurecida que mordemos mientras disfrutamos los Jelly Beans.
Los Jelly Bean no son considerados un alimento de estilo vegano, debido a que la mayoría de los caramelos están cubiertos de cera de abeja, un producto que proviene de un animal. Los veganos eligen alienar de su dieta los lácteos, los huevos, la carne o cualquier otro producto de origen animal.
El proceso de hacer caramelos es mucho más complicado que los fanáticos de los Jelly Bean pudieran imaginar. Es difícil entender que un trozo tan pequeño de caramelo implique demasiado tiempo para fabricarlo.
Lisa Brasher, CEO de Jelly Nelly, dijo en una entrevista para el programa Today que el proceso toma de 7 a 10 días hacer un solo caramelo, “es un arte hacer un pequeño frijol de gelatina”.