Este martes se cumplen un año de la desgracia en Tula, provocada por alguien en la zona metropolitana de la Ciudad de México que decidió sobrecargar el flujo de aguas negras en los emisores que desfogan al Río Tula, y aunque sabían lo que iba a pasar, decidieron hacerlo.
Desafortunadamente durante horas del día 6 de septiembre y hasta el día de hoy, causa dolor, desesperación, humillación, impotencia, rabia, y sobre todo abandono para cientos de familias y comerciantes quienes lo perdieron todo.
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Esa mezcla de emociones que dura, perdura, dividió a Tula entre aquellos a los que no les pasó nada y aquellos a los que les pasó todo. 17 personas murieron, y decenas siguen tratando de levantarse cada día.
Este martes, integrantes de colectivos que vivieron en carne propia o de algún familiar que resultaron afectados y muchos más que fueron y son empáticos y solidarios, realizaron una misa en homenaje a las víctimas mortales, y en conmemoración de esta fecha que ya marcó a la región de Tula, pues aún no ha cerrado la herida.
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Fueron dos días de miedo e incertidumbre los que vivieron, y el apoyo principalmente fue de las asociaciones civiles mientras que las autoridades se culpaban unas a otras.
En total fueron más de 30 mil personas afectadas y aproximadamente 2 mil viviendas y negocios los que resultaron afectados de manera directa quienes perdieron parte o todo su patrimonio, lo cual sin duda esta podría ser la crisis más grave de los últimos tiempos en la zona, con desequilibrios en el área ambiental, de salud física y emocional, así como serios daños a la economía que no ha recobrado su estabilidad, tras los hechos.
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