Es muy hermosa la página del I.P.N. en este regreso a clases. Se menciona su LXXXVIII aniversario y por tal motivo, entre otros más, su director general, el doctor Arturo Reyes Sandoval, ofrece una elocuente bienvenida a la comunidad politécnica al ciclo escolar 2022-2023 de manera presencial, después de dos años de ausencia por la pandemia.
Lamentablemente las actividades académicas en todos los niveles durante este infausto lapso sufrieron importantes cambios. El mayor impacto fue la mudanza a los ambientes digitales con perjuicio para muchos en cuanto a la conclusión de sus grados educativos sin posibilidad de cerrar ciclos académicos y generar vínculos comunitarios con sus pares sociales y con su institución educativa.
El mensaje es un llamado general al orgullo de pertenecer a esa gran comunidad; una convocatoria a la pertenencia en una institución singular, contribuyente significativa en la modernización e industrialización del país.
Estos jóvenes pertenecen a una generación generadora entre otras cosas, de mayor igualdad para las mujeres y están comprometidos en la participación femenina y la erradicación de todo tipo de violencia, en particular la de género. En este ciclo escolar hay más de 221 mil estudiantes de nivel medio superior, superior y posgrado a los cuales se suman más de 59 mil nuevos inscritos.
Bonita bienvenida, muy cálida, ¿pero es una realidad?
Reyes Sandoval regresa al “poli” tras 21 años fuera del país, lapso suficiente para perder contacto con parte de la realidad nacional y local. Es un gran investigador, ha desarrollado 8 vacunas para tratar infecciones y algunas cosas más. Es un científico; su comunidad lo reconoce, pero su estructura interna y sus funcionarios de confianza, no lo ayudan, le crean conflictos.
Un caso: La “defensora” de los derechos politécnicos, Ruth Sarabia Pinto, es una funcionaria de difícil carácter y poco empática aun con sus cercanos. Ella le reporta al secretario general Juan Manuel Cantú Vázquez y lo demás, la tiene sin cuidado.
Otro caso.
En la secretaría de Servicios Educativos a cargo de la Dra. Ana Lilia Coria Páez y el director de Administración Escolar, Marco Antonio Sosa, se han cometido múltiples errores (por llamarlos decorosamente así), al llevar a cabo un examen de admisión equívoco, costoso e ineficaz, ante la comunidad politécnica y en general a la educación superior.
Por primera vez se aplicó el examen de admisión por vía digital en lugar de presencial, como si el 100% del país y todos los aspirantes tuvieran acceso a internet y a computadoras a cualquier hora, pero , eso sí, pagándole más de 30 millones de pesos a una empresa regiomontana de tecnología, como si el politécnico no tuviera capacidad.
Hay un porcentaje alto de egresados de los CECyT sin ingreso al nivel superior; es decir, el “poli” reprobando al “poli”. Cuando estos alumnos han solicitado revisión no se las conceden.
Seguramente el director desconoce –por otra parte–, el maltrato en la Secretaría de Servicios Educativos (ya hasta en tribunales), a las mujeres docentes de base y otras sin ella, gracia a un problema caprichoso de la doctora Coria cuya conducta ya fue denunciada ante la fiscalía general de la Republica misma que ya abrió la carpeta de investigación FED/CDMX/SPE/0005059/2021, por varias mujeres adscritas a esa secretaria por discriminación de género, encontrando la autoridad méritos suficientes para integrarla y en su caso radicarla ante un juez en el reclusorio sur.
A ver si a esta denuncia se suman otras 4 mujeres empujadas al cese por la implacable señora Coria. Cuatro funcionarias nombradas por ella.
Entonces, ¿en dónde quedan los buenos deseos y la magnífica bienvenida de la página de internet? Pues en la virtualidad; no en la realidad.
A ver si alguien se lo informa a la nueva secretaria de Educación Pública, doña Leticia Ramírez. Algún día –si le da tiempo– conocerá los tremendos problemas del I.P.N., de cuyos manejos financieros es mejor no hablar… por ahora.
Rafael Cardona