Mauricio Farah
@mfarahg
Autoridades mexicanas detuvieron en Chiapas a 115 migrantes centroamericanos que viajaban en cuatro camionetas tipo van y dos camionetas de redilas, es decir, en condiciones de hacinamiento y de alto riesgo.
Esta detención ocurrió el pasado 7 de julio, 10 días después de la tragedia del tráiler estacionado cerca de San Antonio, Texas, en el que murieron 53 migrantes y 13 fueron hospitalizados.
La catástrofe causó profundo dolor e indignación. Y uno pensaría que podría ser un fuerte disuasivo para quienes estaban por emprender su camino migrante, y que para los traficantes representaría una alerta, al menos una pausa, para evitar trasladar a migrantes hacinados en vehículos inseguros.
Pero para los migrantes una tragedia de estas características no es un freno ni un motivo para cambiar su decisión porque salen de sus países con urgencia. No niegan el riesgo. Simplemente no pueden detenerse por él. No es que no tengan conciencia del peligro. Es que es más grande la necesidad de trabajo, sustento o seguridad.
Por eso siguen asumiendo riesgos, como lo han hecho después de las sucesivas tragedias de migrantes a lo largo de los años en América y en otras partes del mundo.
Por ejemplo, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), en lo que va del año fiscal 2022 (octubre 2021-mayo 2022) ingresaron a Estados Unidos 140 mil cubanos. Calculaban 155 mil en todo el año, pero con la actual tendencia puede llegarse a 210 mil, una cifra anual histórica en la migración cubana.
Lo mismo ocurre con mexicanos y centroamericanos, que están dispuestos a pagar a los traficantes entre 5 mil y 15 mil dólares.
La migración mexicana se está incrementando: en los primeros ocho meses del año fiscal 2021, la CBP detuvo a 414 mil mexicanos, en tanto que en el mismo periodo del año fiscal 2022 detuvo a 560 mil, un aumento de 36 por ciento y otro crecimiento para la colosal ganancia de los traficantes.
En los mismos periodos, los nacionales de Honduras, Guatemala y El Salvador detenidos en la frontera estadounidense pasaron de 375 mil en 2021 a 360 mil en 2022, un ligero decremento.
La reciente tragedia ocurrida en San Antonio, el abundante flujo de migrantes hacia Estados Unidos, los graves riesgos que enfrentan en su camino y los casi 500 migrantes fallecidos en la frontera de ambos países en lo que va de 2022, son el marco de la reunión entre los mandatarios de México y Estados Unidos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador lleva una propuesta conceptual relevante: que la migración sea asunto de gobiernos y no de traficantes ni tratantes.
Para lograrlo, es requiere lo que se ha requerido siempre y que sigue sin alcanzarse: que los países expulsores de migrantes brinden a sus nacionales condiciones de trabajo, bienestar y seguridad, y que Estados Unidos dé curso legal y seguro al arribo de los trabajadores que tanto necesita. Llevamos décadas estancados en esta aspiración.
(*) Secretario general de Servicios Administrativos del Senado y especialista en derechos humanos.
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