Las altas temperaturas que se sintieron en el país, quemaron toneladas de fruta, en particular en la región de Oeste, cerca de Lisboa.
El calor calcinó la fruta más expuesta al sol. Además, el golpe de calor creó un choque de temperaturas tan elevado que frenó el crecimiento de la fruta.
«Se quema de esta manera y no tiene ningún valor comercial, esto habrá que tirarlo. Para nosotros fue una caída de ingresos muy considerable», explica Pedro Bernardes, agricultor.
Algunos productores estiman haber perdido más de la mitad de sus huertos. Las estimaciones apuntan a pérdidas de entre el 30 y el 40 % en la producción de peras y manzanas en todo el país.
La situación es similar en Rumanía con el cultivo de patatas y maíz. La sequía ha agrietado la tierra y hectáreas de cultivos se han secado.
Además de la sequía, los agricultores sufren la subida de los precios de los fertilizantes y el combustible. Con una producción considerablemente inferior a la esperada, Rumanía se verá obligada a recurrir a las importaciones. Y el bolsillo de los consumidores deberá estar preparado para un importante aumento en el precio de estos productos.
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