Al terminar su periodo presidencial el general Lázaro Cárdenas vivía, como hasta el fin de sus días, dominado por la inquietud de la política. Para entretenerlo le encargaron –como a Miguel Alemán, el Consejo Nacional de Turismo–, la Comisión del Río Balsas. Y ahí andaba el señor general de un lado para otro, en el desahogo de muchos quehaceres benéficos para la patria.
El desaparecido reportero René Arteaga me contaba en el precipicio de la carcajada:
“…Nos levantó el señor general a las cinco y media de la mañana y nos llevó a caminar hasta el mediodía por parajes agrestes. Inquiría, preguntaba, escuchaba a todos quienes por el camino se encontraba. Al mediodía, con un almuerzo campirano, se levantó con severidad, se quitó el sombrero y nos dijo con la mirada en el horizonte: así hemos festejado un aniversario más de la Revolución Cubana…”
A pesar de eso le llamaban “La esfinge de Jiquilpan”. Por su silencio público. De su papel de confidente, asesor, inductor y demás, no se habla tanto, pero se sabe mucho. López Mateos, después de aquel mitin en el Zócalo en apoyo a Fidel Castro cuando Bahía de Cochinos (Playa Girón) le retuvo el pasaporte.
La política, como otras adicciones, quizá la más poderosa de todas, es incurable, crónica y mortal. Puede causar la muerte o acompañarnos hasta el fin. Pero no se quita, ni se cura ni se olvida.
Por eso las expresiones recientes del señor presidente López Obrador, mueven no sólo a la desconfianza, sino a la carcajada. Primero por su compulsión por la mentira, una de sus principales herramientas durante su quehacer político. La otra, porque para el político, el silencio y la pasividad, son veneno. Sin las diarias caminatas por los senderos tortuosos del partido; las solicitudes de orientación, las recomendaciones, las advertencias, el manejo de los hilos de sus títeres aun vigentes, y todo lo demás, la vida se extingue en el pantano del hastío.
No será Andrés Manuel un pavorreal aburrido de luz en la tarde, como pudo haber dicho Agustín Lara.
Esto dijo para marcar los futuros límites de su incumplimiento:
“No, yo termino a finales de septiembre (de 2024)y me jubilo,
no vuelvo a la actividad pública, política, no voy a aceptar ni siquiera invitaciones a conferencias, no voy a visitar universidades, no voy a asistir a ningún acto público, político, aunque se trate de amigos, aunque se trate de familiares. Yo
concluyo mi ciclo a finales de septiembre del 24, por eso el tiempo que me queda lo estoy utilizando de manera intensa … me estoy aplicando para que no quede nada…”
Eso es poco verosímil. Pero esto, es increíble.
“…Voy a poder estar viendo, admirando las plantas,los árboles, los pájaros, haciendo mis ejercicios para estar en forma, pero no saliendo, y desde luego sin contestarle a nadie, sin dar ninguna opinión, me voy a despedir de las redes sociales porque si no lo hago así me costaría más trabajo, no voy a recibir a políticos, no voy a recibir a dirigentes ni simpatizantes de nuestro movimiento.
También, no por grosería, ni a mis hijos, si me llevan algo que tenga que ver con la política, no… El primer libro, después de que yo termine, pienso publicarlo a los tres años. Y no van a ser cosas de lo contemporáneo, voy a escribir un libro que deseo sobre el pensamiento conservador, desde la Conquista…”
Y dijo más cosas, pero ya basta de citarlo. Para cuentos, es mejor el de la Caperucita Roja y el lobo lascivo.
¿Se acuerda usted cuando antes de tres campañas presidenciales reiteraba a cada oportunidad, a mi que me den por muerto?
Mentiras. Puras mentiras.
DEA
Servir a la DEA en la captura de un ciudadano excarcelado judicialmente, le costó la vida a 13 marinos. ¿No que la DEA no tiene fuerza en México?
Rafael Cardona