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Para ellos, abrazos sí: Mauricio Farah

Publicado por
José Cárdenas

Mauricio Farah

@mfarahg

 

Sucedió en Chilpancingo, Guerrero, el 7 de junio: habitantes de la comunidad de Petaquillas retuvieron a 10 elementos del Ejército durante nueve horas hasta conseguir, mediante la firma de un documento, el compromiso del coronel responsable de “no meterse a la población”, dejar libre la circulación del corredor Petaquillas-Quechultenango, y aceptar la revisión de sus unidades, “por parte de los representantes del pueblo”, para verificar que no lleven ninguna arma decomisada.

Cinco días después, empezó a circular en redes un video en el que se aprecia a hombres armados que pasan en alrededor de 20 camionetas frente a elementos del Ejército Mexicano en una carretera del municipio de Tecoanapa, también en Guerrero.

Al menos una veintena de hechos de alguna forma similares han ocurrido desde 2019. En abril de ese año, por ejemplo, habitantes de Campo Morado, Guerrero, retuvieron por un día a 40 militares para exigir que ya no se destruyeran campos de amapola por aire.

El 29 de agosto siguiente, pobladores de Los Reyes, Michoacán, atacaron con palas y escobas a soldados que habían detenido a un hombre.

El 16 de julio de 2021 al menos 44 elementos de la Guardia Nacional y otras corporaciones fueron retenidos por campesinos en Santiago Textitlán, Oaxaca.

Los hechos son de diversas magnitudes, pero todas inaceptables: en Querobabi, Sonora, una mujer abofetea e insulta a un soldado supuestamente por negarle usar los baños instalados en un retén militar en septiembre de 2021, en tanto que en abril de 2022 presuntos integrantes del cártel de Sinaloa amenazan y patean a militares que están en el suelo en la Noria, comunidad de ese estado.

Es posible que usted recuerde hechos parecidos e incluso haberlos visto porque los propios agresores suelen subir los episodios a las redes para exhibir la hazaña, que consiste básicamente en humillar a elementos del Ejército, la Marina o la Guardia Nacional.

Para quienes apreciamos en las Fuerzas Armadas a instituciones respetables, integradas por mujeres y hombres disciplinados y valientes, eficaces servidores de la nación, resulta especialmente doloroso atestiguar mediante videos o reportes periodísticos estas vejaciones a nuestros soldados.

Sí, se han documentado algunos hechos en los que integrantes del Ejército han abusado de la fuerza, lo que se ha denunciado en su momento, pero la ciudadanía sabe que el Ejército y la Marina han sido instituciones leales a la Constitución y a la nación y que muchos de sus soldados y oficiales han dado la vida en el cumplimiento de su deber, ya sea en accidentes, en tareas de salvamento de la población civil en desastres naturales o en enfrentamientos contra el crimen organizado.

Merecen nuestro reconocimiento y respaldo. Merecen que no los dejemos solos.

Merecen saber que los apreciamos y abrazamos como expresión de afecto y solidaridad, así como abrazamos a las víctimas de la violencia y a sus familiares.

Los abrazamos fraternalmente porque les debemos gratitud y también porque los necesitamos. Si tradicionalmente soldados y marinos han sido la última línea de resistencia frente al crimen y la tragedia, no estaríamos correspondiéndoles si pasáramos por alto estos escarnios y humillaciones que ellos, seguramente, sabrían cómo impedir. Lo menos que podemos hacer es defender a quienes nos defienden.

(*) Secretario general de Servicios Administrativos del Senado y especialista en derechos humanos.

 

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José Cárdenas