El gobierno de México fue a la Cumbre de las Américas a defender dictadores y a seguir su pleito contra la OEA. A volar el banquete que puso a su disposición el presidente Biden, quien quería un socio para el acontecimiento y se encontró con un adversario. López Obrador interpuso todo tipo de obstáculos, que al final solo sirvieron para dejarlo al margen junto con un puñado de impresentables.
Estaban todas las condiciones para hacer de la Cumbre una oportunidad para México, la sede fue Los Ángeles, la segunda ciudad con mayor número de mexicanos, el estado de California, la quinta economía más poderosa del mundo. Estuvieron reunidos los principales ejecutivos de empresas y, sobre todo, los jefes de estado y de gobierno de todo el continente dispuestos a tratar temas tan importantes para México como migración, narcotráfico y comercio internacional.
Las imágenes fueron elocuentes Biden saludó con calidez a sus homólogos, pero con frialdad a Marcelo Ebrard, quien viajó solo, la mayoría de los asistentes fueron acompañados por sus esposas, había actividades especiales organizadas por la primera dama, para la foto oficial lo mandaron a gayola.
La cumbre fue como casi todas, mucho ruido y pocas nueces, esos encuentros son importantes por las reuniones en corto, por los encuentros bilaterales, trilaterales y multilaterales.
Al final de cuentas Biden libró el dardo envenenado, mantuvo aislado al presidente de México mientras la Secretaría de Estado se aseguraba de la presencia de los jefes de estado y de gobierno de Canadá, Brasil, Argentina, Colombia, Chile, Perú, Ecuador, entre otros; al tiempo dejaba a López Obrador al lado de Maduro, Díaz Canel y Ortega, donde por voluntad permaneció hasta el final.
Ebrard tiene oficio y mundo, pero su desesperación por complacer al presidente lo hace cometer errores, emplear un discurso viejo, anodino, lo he expresado en otras entregas, Marcelo no es el candidato del presidente, hace varios meses, cuando nadie volteaba a ver al Secretario de Gobernación escribí que su carta principal es Adán Augusto López Hernández, su amigo, paisano e incondicional. Hay quienes juran que es Claudia Sheinbaum, ya veremos…
Si el Canciller cree que López Obrador le debe la candidatura porque se hizo a un lado en 2012 está muy equivocado, las lealtades no son la especialidad del Peje, que le pregunte a Arturo Herrera, que vea los desprecios a Ricardo Monreal. Para usar el lenguaje de la casa, Marcelo Ebrard debe pensar que López Obrador no es Manuel Camacho.
Por si fuera poco, el presidente abrió un flanco que traerá consecuencias ¿qué necesidad había de atacar a tres influyentes senadores de Estados Unidos? ¿Nadie le explica quienes son? Se trata de políticos con ascendencia cubana, toda su vida han tenido presente la dictadura en la isla. Bob Menéndez senador por Nueva Jersey es uno de los demócratas más influyentes y los otros dos, Marco Rubio y Ted Cruz fueron aspirantes a la candidatura republicana a la presidencia, de hecho, no es remoto que vuelvan a contender para 2024.
Sobre las consecuencias para el país hay rumores de todo tipo, en particular que López Obrador no solo exigió la invitación a Venezuela, Cuba y Nicaragua, sino que además trató de convencer a algunos para que no asistieran, no lo consiguió con Alberto Fernández de Argentina, pero sí con Xiomara Castro de Honduras.
El presidente Biden necesita el apoyo de México en materia migratoria, que se ha convertido en un fuerte dolor de cabeza, sobre todo en un año electoral, pero en Estados Unidos son muchas las decisiones que no pasan por la Casa Blanca y López Obrador ha dejado muchos heridos en el camino.
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