La esperadísima serie de Obi-Wan Kenobi por fin se estrenó y toda la galaxia está de fiesta. el proyecto, que original iba a ser una película de la serie A Star Wars Story, llegó a Disney+ con dos capítulos iniciales que nos recuerdan por qué amamos Star Wars.
El piloto de la serie, llamado simplemente Parte I, abre con la Orden 66 y la caída del Templo Jedi, una escena ya por demás familiar que hemos visto a través de la perspectiva de una multitud de personajes. Esto no es una queja. La Gran Purga es, posiblemente, el momento más importante para la continuidad de Star Wars y conlleva una carga emocional importante para entender los porqués de los personajes.
Después, un salto de 10 años en el tiempo nos muestra a Kenobi en su exilio en Tatooine. Un plan que tiene dos propósitos paralelos: sobrevivir y cuidar de Luke, el hijo de Skywalker, para eventualmente entrenarlo en los caminos de la Fuerza.
Kenobi es una persona rota, alguien derrotado que asume que perdió y se culpa a sí mismo por esa caída. Los minutos que pasamos junto a Obi-Wan resultan íntimos y dolorosos. Éste padecer constante es Star Wars en su máxima expresión, una verdadera emocionalidad que culmina décadas de historias. Obi-Wan lo perdió todo: a los Jedi, a la República, su estilo de vida, su credo y a su mejor amigo, su hermano, Anakin. Todo en un lapso realmente breve, y lo peor es que cree que todo fue a causa de su propio actuar. Un verdadero héroe trágico del que los griegos podrían estar orgullosos.
Pero no todo se trata de Luke, hay otra. Su hermana, la princesa de Alderaan, Leia Organa. conocer esta faceta de Leia es simplemente brillante. Al ser el estandarte de la mujer independiente y aguerrida, vemos estos rasgos de personalidad desde su infancia, y sabemos que era rebelde desde niña.
La trama se complica ya que Obi-Wan no sólo tiene que cuidar de Luke, sino cuidarse de los Inquisidores, Jedi que fueron convertidos violentamente al lado Oscuro y ahora se dedican a cazar a los Jedi exiliados por toda la galaxia. La Segunda Hermana, personaje introducido en la serie, tiene una obsesión por encontrar a Kenobi y entregarlo a Vader, por lo que se enfrenta, incluso, a las órdenes del Gran Inquisidor con tal de cumplir con su nefario cometido. Esta obsesión malsana la lleva al punto de actuar a las espaldas de los Inquisidores y orquestar el secuestro de Leia, para sacar a Obi-Wan de su escondite, ya que sabía que los Organa recurrirían a él por ayuda. Obi-Wan, al principio renuente, se ve obligado a rescatar a la princesa, por melodramático que suene, y nos presenta un punto fino de su relación y del porqué fue el primero al que pidió ayuda cuando sucedió el robo de los planos de la Estrella de la Muerte.
Ver a Ewan McGregor de vuelta en la piel de Obi-Wan también tuvo su carga emocional severa y nos recordó por qué es perfecto para el personaje. Su actuación es magistral, y de verdad transmite la tristeza y melancolía de Kenobi. En tanto que el resto del reparto palidece en comparación, por desgracia.
La serie de Kenobi, con sus dos primeros episodios ya disponibles, ha recorrido un tercio del camino. Una serie corta, para tiempos más civilizados que definitivamente no se pueden perder.