–Oye, Adán, ¿te entregaron mi encargo?
–Sí puej…
–Bueno, te espero con el proyecto a las doce. No llegues tarde porque ya sabes, de doce y media a tres duermo la siesta. Y por cierto, dilles de las alcayatas de la hamaca, se están aflojando.
–Si, puej.
Rauda la camioneta cubrió la avenida Bucareli hasta Chapultepec y se enfiló hacia el Palacio Nacional. Contrario a la costumbre, el secretario de Gobernación entró por la puerta central. Subió la escalinata decorada y llegó a la oficina presidencial. Aquí está.
–¿Qué tal quedó?, le preguntó su amigo, paisano y jefe.
–Puej bien.
El secretario era un hombre de pocas palabras. Había coordinado con la Consejería Jurídica el documento final de uno de los más audaces proyectos de la administración pública en la historia de México. Un decreto de enorme trascendencia porque compendiaría, en el complejo terreno jurídico, las tesis centrales del “neohumanismo mexicano”.
Una aportación filosófica a la cultura universal y de paso crearía el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para Sicarios, Integrantes de Carteles, Similares y Conexos de la República Mexicana.
Todo había surgido de una de las evangélicas conferencias matutinas cuyo bautizo como “mañaneras” había sido idea jocosa del pueblo entrañable, en aviarte sugerencia del tempranero cumplimiento del débito conyugal.
En dos ocasiones el señor presidente había ofrecido su planteamiento filosófico a su estrategia de olvidarse de los balazos y optar por los abrazos en la relación inevitable entre delito y tolerancia.
Total, siempre han sido peores los delincuentes de cuello blanco, porque estos actúan contra la patria, son traidores, vendedores de la dignidad nacional. Y ni hablar del Fobaproa y demás raterías históricas. Pero a fin de cuentas quizá hasta ellos pudieran caber en el amplísimo campo del nuevo humanismo: el “narcohumanismo”.
–A ver, dijo el presidente. Como ya iban a dar las doce y cuarto, ya se habían quitado la camisa y despachaba en camiseta y desde la hamaca palaciega, como en Comalcalco. ¿Te acuerdas?
–Puej mira, esto se ha basado en los antecedentes más remotos, como cuando Vicente Guerrero (la Patria es primero), creó como tu sabes, en 1829, el Reglamento General de la Gran Casa Nacional de Inválidos para “…asilo á los militares beneméritos ó particulares que por servicios calificados a la patria, hayan sacrificado una parte de su ecsistencia (sic) en el campo del honor, ó en comisiones peligrosas de sumo interés á la patria, que se le hubiecen confiado y calificase tales el supremo gobierno…”
–Si, lo recuerdo, Fue un capítulo de las clases de historia de Pedrito Salmerón.
–Pues sí, ahora nadie puede negar los servicios calificados y la aportación en comisiones peligrosas a los sicarios, pozoleros, halcones y demás… Bueno, dice:
Artículo 1o. El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para Sicarios, Integrantes de Cárteles, Similares y Conexos de la República Mexicana, es un organismo público descentralizado federal, con personalidad jurídica y patrimonio propio, con domicilio en la Ciudad de México.
Artículo 2o. Las funciones del Instituto son:
1.- Otorgar las prestaciones y administrar los servicios a su cargo que la presente Ley le encomienda;
II. Administrar su patrimonio exclusivamente para el fin señalado en la presente Ley;
III. Administrar los fondos que reciba con un destino específico, aplicándolos a los fines previstos;
IV. Administrar los recursos del Fondo de la Vivienda para los miembros del activo del Sicariato Nacional, Cárteles, Smilares y Conexos, a fin de establecer y operar un sistema de financiamiento que les permita obtener crédito barato y suficiente para:
a) La adquisición en propiedad de habitaciones cómodas e higiénicas, incluyendo las sujetas al régimen de condominio;
b) La construcción, reparación, ampliación o mejoramiento de sus habitaciones, y
c) El pago de pasivos contraídos por los conceptos anteriores… (etc)”
–Ejta, bien. Gracias.
Rafael Cardona