El Cristalazo

Los grandes negocios del mundo

Publicado por
Héctor García

Y en ese mismo camino, todos hemos escuchado aquello de los límites einstenianos del universo, cuya dimensión sólo podría ser superada en infinitud por la estupidez humana. Eso decía don Albert.

Pero a mi parecer estaba equivocado. Y si no errado, sí incompleto. La vanidad –hija de la megalomanía–, puede superar a la idiotez. Y un reciente mensaje tuitero, leído hace unos cuantos días lo confirma.

Se trata de un “tuitazo” emitido por José Ramón López Beltrán, quien después del escándalo de la Casa Gris, en vez de “taparse”, como les dicen los toreros a sus subalternos en el ruedo, se exhibe con ingenios de esta dimensión:

Como todos sabemos un señor cuya capacidad de negocios le permite gastar 44 mil millones de dólares en una adquisición, difícilmente necesita el consejo de nadie para manejar esa empresa. Sobre todo, si ese espontáneo asesor pertenece a una categoría conocida en la cultura americana con el nombre genérico de Mr. Nobody.

Pero la imaginación nos podría llevar a esta escena:

–Señor, perdón si lo distraigo, jefe, pero los buscadores nos han desviado este mensaje para usted. Es una de las reacciones sobre la compra reciente. Verá usted. Quizá le interese.

Mr. Musk leyó el mensaje en la tableta de su secretario, por cierto, el número 53426.

–No entiendo, ¿quién es ese personaje? ¿Lo debería conocer?

–Es el hijo del presidente de México, el señor López Obrador.

–¡Wow!, ¿el populista[RC1] [RC2] de izquierda amigo de Trump? A ese tampoco lo conozco, pero creo que acaba de hacer un monopolio con el litio de su país, verdad…

–Si señor.

–Mmmm, ¿Y además de ser hijo de ese caudillo tercermundista, qué otra cosa es este señor; cómo dices que se llama? Ah, sí “Josirrramoun”.

–Pues nada, señor. En México si alguien es hijo de un presidente ya no necesita trabajar en nada más. Ni sus hijos ni sus nietos… Vive de eso, bueno y al parecer tiene una esposa rica y muchos protectores al amparo de los negocios del gobierno.

–Ah, un “coyote”, como les dicen en México, apuntó Musk en pleno dominio de sus conocimientos binacionales.

–No señor, yo no me atrevería a decir eso. Se trata de un joven intelectual de la Cuarta Transformación, comprometido desde chiquito, con las causas de la justicia promovidas por su padre. Por eso no trabaja en ninguna otra cosa.

Musk, hombre de negocios, al fin y al cabo, revisó el asunto ese de los “bots” por el tuiter mexicano y les ordenó a los instaladores de algoritmos vedar esos accesos.

Al día siguiente los “amlovers” y los chairos, quedaron fuera de tuiter.

Una voz en Palacio dijo, ¿pero cómo se te ocurrió hablar mal de los “bots”, si de esos vivimos…

Pero ya era tarde.

En fin, todo esto es producto de la imaginación. Lo único cierto es esto: un hombre sin oficio ni beneficio conocidos quiere intervenir en la operación de un negocio de 44 mil millones de dólares.

Esos son cojones, diría el baturro.

Rafael Cardona

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Héctor García