El Cristalazo

La Cumbre y el sainete

Publicado por
Héctor García

Podrá decir cualquier cosa un criticón presidencial, pero la actitud de don Andrés Manuel López Obrador, al oponer la Cumbre Inclusiva en contra de la Cumbre Selectiva y Discriminadora ha sido muchas cosas, menos un error político, y digo esto con base en una idea fundamental, lo cual no quiere decir una idea acertada, sino nada más fundamental porque se puede estar fundamentalmente equivocado, pero vamos, la tesis propuesta es muy simple: México hizo de su relación con la cuba filocomunista y soviético dependiente del mejor castrismo (también hay del peor) una barrera contra los excesos del yanquismo en el siglo pasado, y contuvo a los halcones washingtonianos con el petate mortuorio de su cercanía con Fidel Castro, lo cual era estar cerca de alguien, con peso e importancia en el planeta por las condiciones peculiares de la isla y sus puntos graves como aquella famosa crisis de los misiles cuyo riesgo atómico puso al mundo en un hilo y a la mitad de los humanos con el Jesús en la boca y el Fidel en la garganta, pero así los mexicanos, en un interminable péndulo con  la isla le podían poner un freno a los excesos americanos y nos fuimos yendo de esa manera, pero cuando Cuba dejó de ser una pieza fundamental en el equilibrio bipolar, porque desapareció la bipolaridad del mundo, entonces ser amigo de Cuba ya no era una ventaja sino una nostalgia porque hasta Fidel se murió y sin él la historia dejó  de tener sentido, como leer  el Quijote sin Don Quijote y las viejas echadas estilo López Portillo sintetizadas en el célebre, “lo que se le haga a Cuba se le hace a México” (¡ay!,tu), han sido sustituidas por la más vieja de las cantaletas latinoamericanistas, tan vacía y falsa como los unicornios azules porque eso del bloqueo y la mano del muerto ya no tiene sentido pues Cuba tiene relaciones con muchísimos países, pero dentro no tiene nada de nada, porque su economía es un desastre y derrumbada la riqueza azucarera de otros tiempos cuando el endulzante no había sido sustituido por edulcorantes artificiales ni se comerciaba con fructosa y fenilcetonúricos, simplemente dejó buena parte de las cosas al garete y lo mismo sucedió con el tabaco, ahora tan satanizado en un mundo de vapeadores o abstemios del humo y la isla no produce nada excepto lástima en algunos casos, y el turismo ahí va dando tumbos porque ni siquiera han podido reconstruir la vieja y bellísima Habana, a pesar de los esfuerzos de Eusebio Leal,  y cuando van en magro avance se les viene a quemar el gran Hotel Saratoga y ya ni  el fantasma de Hemingway bebe en el Floridita o en La Bodeguita del Medio, incómoda y minúscula,  y las playas de Varadero sólo conservan el más grande atractivo turístico de la Cuba de siempre, cuya naturaleza no describo para no generalizar en los asuntos venéreos cuya naturaleza todos conocemos, así pues, los cubanos ahora le piden dinero a México, como siempre se lo han pedido a él y a los demás, y nosotros se los damos alegremente quizá en memoria de la nostalgia, pero compensamos con la importación. temporal de médicos y babalaos, lo cual es altamente injusto para los doctores mexicanos, y nos enfrascamos en una polémica interminable porque jugamos al huevo y  la gallina, y si aquí hay plazas pero nadie las quieres, los cubanos agarran cualquier cosa y están dispuestos, como decía Vicente Fox de los mexicanos braceros en Estado Unidos, a hacer hasta lo indigno para los negros, porque nadie nos ha dicho por qué los habaneros o santiagueros o camagüeyanos sí quieren ir a las plazas supuestamente desdeñadas por los médicos locales y en ese estira y afloja, en ese tira tira entre tercera y home, chico, van a ponchar –así sea en el discurso–, a los excluyentes de la cumbre, porque ese era el tema inicialmente contemplado en estas líneas, como una demostración más del excepcional talento presidencial para adueñarse de la agenda nacional y ahora de la internacional pues exhibir su ausencia no consumada aún, como condicionante para la asistencia de otros, cuyos picos no se han abierto para solicitar invitación a Los Ángeles, y sí para rechazar el acceso a la asamblea, como hizo  Daniel Ortega cuya voz es fuerte y clara y dice a mí ni me inviten; su cumbre no me importa ni su suerte tampoco,  gringos muertos de hambre o cosa por el estilo, entonces México se ha quedado sólo o casi, porque estar acompañado por el presidente Alejandro Giammattei de Guatemala, es estar sólo como la una, y ya nadie habla de las órdenes de captura en Estados Unidos libradas contra Ortega y Nicolás Maduro, pero ni falta hace, los blandengues demócratas en la esponjosa presidencia de Joe Biden, mordieron el anzuelo, y enviaron a un señor a negociar con el presidente López Obrador sobre su asistencia o inasistencia, lo cual ya es un éxito fenomenal para el Palacio Nacional, y el senador, Christopher Dodd, cuya repentina infección de Covid, es un símbolo de la debilidad de la administración de “El Dormilón”,  como le decía Trump al habitante de la Casa Blanca, y a quien –por cierto–, nadie le habría puesto así las peras a 25, como se las ha puesto el  presidente de México a los americanos, porque se haga como se haga la Cumbre, vayan o no  vayan  los incómodos o repudiados o rechazados, esta no será la cima de Biden, será la cima de López Obrador y así será registrada desde antes de comenzar, si comienza, en la cual el canciller Don Marcelo, les dirá todo cuanto quiera y ellos verán, dentro de su casa como les queman el mantel del banquete y como les abollan su cumbre con el sencillo discurso de la inclusión universal, la tolerancia, la paz en el mundo, la fraternidad y el sentido cristiano de la igualdad y el amor de todos los prójimos y prójimas, porque así son las cosas en la política: cuando alguien tiene algo fuerte en la palabra y la acción, arrastra hasta a un imperio. 

Rafael Cardona

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Héctor García