El Cristalazo

Claudia, La fuga equivocada

Publicado por
Héctor García

La estrategia de utilizar un informe extranjero para golpear al antecesor y después renegar del resultado final apoyada en la versión de los peritos locales (inicialmente descalificados por el solo llamado a  la firma noruega), ha resultado uno de los más sonados fracasos políticos y de comunicación de la regenta de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien falló notablemente en el fracasado afán de fugarse al futuro atribuyendo la costosa realidad del desastroso Metro al pasado.  

 

El intento de carambola de varias bandas dejó las bolas debajo de la mesa. El taco se le rompió y para acabar, rasgó el paño. El inicio de este desastre se derivó de una patraña: el accidente del Metro iba a ser investigado por una firma extranjera.

 

¿Por qué? Pues para ofrecer una falsa garantía de objetividad, imparcialidad e incorruptibilidad. Puro cuento. La firma noruega ha sido impugnada con criterios políticos hasta por un cambio de metodología porque no condenó únicamente a Marcelo Ebrard y a la constructora de Carlos Slim.

 

La verdadera razón para rechazar la versión final de DNV, es otra: la tercera fase del estudio determina cómo se desatendieron la revisión y el mantenimiento. Dicho de otra manera: los errores de construcción se pudieron detectar con revisiones certeras y profesionales, constantes y periódicas. Algo así como la supervisión de la obra en el Colegio Rébsamen, ¿se acuerdan? Eso tampoco ocurrió.

 

Otro eslabón en la cadena de errores de doña Claudia y sus geniales asesores en el “gobierno digital e innovador” fue el ocultamiento de la parte inconveniente del estudio y la judicialización contra sus autores.

 

Ocultando el documento no ganó absolutamente nada sino propiciar las filtraciones. Ella misma hizo las primeras. Y al condenarlo, incurrió también en el incumplimiento de confidencialidad ahora achacado a los peritos incómodos.

 

Al ocultar el informe, Claudia Sheinbaum lo convirtió en una joya ambicionada por toda la prensa. La primicia la obtuvo el diario español “El País” al cual fácilmente acusará de fifí, como hace su patrón, pero ni así podrá borrar lo escrito y divulgado. Varios días después y tras un aplazamiento inexplicable, la regenta salió a exponer lo ya divulgado. Llegó tarde y sólo aportó un refrito. Todo mal.

 

“…El tercer informe es un análisis causa-raíz: qué se dejó de hacer o se hizo mal en las distintas fases del proyecto para que sucediera el derrumbe.

 

“Si se eliminaran estas causas raíz, se podría haber evitado que ocurriera el accidente”, se lee en la última entrega. Una parte central de la metodología de DNV son las “barreras”, definidas en el glosario del documento como “características del diseño, sistemas de ingeniería o controles administrativos que previenen las causas o mitigan las consecuencias de una desviación de la operación normal o el propósito [de la obra]”.

 

“En este caso, según la compañía, fueron cuatro las barreras que fallaron o que no existieron para evitar el colapso. (El País)”.

 

Los mejores argumentos del gobierno se sostienen en las versiones de los peritos locales, de la Fiscalía de la CDMX, cuya condición de empleados del gobierno al cual analiza, –como todos sabemos— no sacaría al perro de la milpa, ni al buey de la barranca.

 

Si esos peritos lo son en grado magnífico, ¿entonces para qué se contrató, con un alto costo, a los extranjeros?

 

Esta estrategia, cuyos pobres resultados le acarrearán costos políticos indudables en plena guerra de corcholatazos, es importante porque muestra un rasgo fundamental de este gobierno urbano: la incompetencia.

 

Obviamente resulta riesgoso achacarle incompetencia a la señora. No faltará quien quiera confundir un juicio con una actitud. Misoginia, gritarán los ayunos de argumentos, pero los muertos del Metro no lo fueron por razones de sexo masculino o femenino.

 

Se murieron porque subieron a un tren y sus vagones se vinieron abajo. Incompetentes quienes construyeron y también quienes no revisaron con cuidado y oportunidad los daños posibles después de un sismo.

 

No hay para donde voltear.

Rafael Cardona

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Héctor García