100 años, Nosferatu (1922), de Friedrich Wilhelm Murnau, es quizá el único filme mudo que ha trascendido al silencio por la destreza visual con la que fue realizada.
Una verdadera obra maestra del expresionismo alemán.
La adaptación no autorizada de la novela de Bram Stoker, se produjo un cuarto de siglo después de la publicación de Drácula en 1897.
Desde entonces la imagen del vampiro interpretado por Max Schreck (conde Orlok) con orejas puntiagudas, profundas ojeras y espeluznantes colmillos sigue impresionando a muchos.
Empeñado en adaptarla al cine, Murnau decidió contar su propia historia de Drácula sin tener la autorización de Florence, la viuda de Stoker, quien era propietaria de los derechos de la novela. Cambió los nombres: el conde Drácula pasó a ser el conde Orlok; Jonathan Harker fue Thomas Hutter, y Lucy se convirtió en Ellen.
Nosferatu se estrenó en Berlín el 4 de marzo de 1922, pero no fue bien recibida en otros países como en Suecia, en donde tuvieron que pasar 50 años para que la cinta pudiera ver la luz en 1972.