Como suelen hacer quienes buscan el sustento de manera honrada, Guadalupe se armó de valor y desde Toluca, se lanzó a las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México a vender tostadas de maíz azul, principalmente en torno al Zócalo capitalino, a jugársela “toreando” a la policía.
En esas incursiones diarias desde Toluca la acompañan su suegra y sus cuatro hijos.
“Soy torera del Centro Histórico. Nos agarran vendiendo y los niños ven que nos agarran vendiendo, y quieren correr con nosotros, pero los policías avientan a los niños y no dejan que nos los llevemos a pagar la multa. Si pagamos la multa no nos quitan la mercancía y si no pagamos tenemos que estar todo el día y nos quitan la mercancía”, relató Piña desde Los Pinos.
Fue su suegra quien se enteró de que el 21 de marzo se entregaría la obra del Aeropuerto Felipe Ángeles, habría mucha gente y podría ser una buena venta.
Hasta allá fueron en el auto familiar que terminó averiado.
Fue en el Aeropuerto donde Guadalupe alcanzó notoriedad nacional al ser una de las pocas personas que vendieron algo comestible en la terminal recién inaugurada.