Como aquella vieja canción, despacito, muy despacito, el canciller Marcelo Ebrard –por fin– pasó de una declaración digna de cualquier Miss Universo en el momento de su coronación: “quiero la paz del mundo”, a una condena firme contra Rusia por la invasión de Ucrania.
Revisemos el viraje entre los buenos consejos y la postura diplomática profesional:
“México rechaza el uso de la fuerza, reiteró su llamado a una salida política al conflicto en Ucrania y respalda al Secretario General de la ONU en pro de la paz. Trabajamos con otros países para encontrar un espacio de diálogo.”
¿Resistirán estas líneas un análisis serio? No. parece la declaración de una reina de belleza en la final en Las Vegas.
¿Errores? Varios.
Veamos: México rechaza el uso de la fuerza”. Vaya novedad. Un país cuyo lema es –al menos en diplomacia— el respeto al derecho ajeno como garantía pacifista, obviamente rechaza el uso de la fuerza. Eso es una obviedad.
“Reitera su llamado a una salida política”. Hablar de una salida política a estas alturas, es ofrecer anticonceptivos a una parturienta. Las negociaciones políticas se persiguen y en algunos casos se agotan antes de llegar a las armas. No después.
“…al conflicto en Ucrania”. Para cuando el señor Ebrard distribuía sus sabias palabras en Ucrania no había un “conflicto”; había una invasión enorme y de consecuencias –dijo Putin – jamás vistas si alguien trataba de impedirlo con las armas.
Rechazar el uso de la fuerza no era suficiente. Se debe condenar a quien usa la fuerza, no hablar en abstracto. Quiero la paz del mundo.
Eso mismo, bordando por las orillas sin comprometerse de fondo con los hechos, y hablando nada más de las teorías, dijo el presidente de la República, Don Andrés Manuel:
“Está pendiente la Secretaría de Relaciones Exteriores y también, en el Consejo de Seguridad de la ONU, México ya fijó su postura. Nosotros somos partidarios de la política de no intervención y autodeterminación de los pueblos, no queremos invasiones, no aceptamos que un país invada a otro, no hay ninguna razón, es contrario al derecho internacional. Esa es nuestra postura”.
Sin embargo, nunca es tarde, aunque eso se diga siempre después de la tardanza, para enmendar el camino. Ayer el señor canciller emitió otro mensaje, este sí en lenguaje diplomático firme:
“México rechaza el uso de la fuerza y condena enérgicamente la invasión rusa a Ucrania. Demanda que cesen las hostilidades, se inicie diálogo, se proteja a la población. Aquí instrucciones al Dr. Juan Ramón de la Fuente para el Consejo de Seguridad de mañana”.
La condena, palabra frecuente en los comunicados diplomáticos de este tipo, no deja lugar a interpretaciones. Se condena porque se ha violado la convivencia internacional; se han burlado las convenciones y hasta los usos de la guerra en una intervención armada sin previa declaración de un “casus belli”.
La enérgica condena es por el uso de la fuerza, lo cual implica señalar al pecador y no sólo condenar el pecado.
La Corte y el cortesano
Interpretada por algunos como un simple cambio de indumentaria (la toga por la librea) la declaración del Presidente Arturo Zaldívar en sus memorias de jurista en la Corte, en torno de las presiones del gobierno de Calderón contra su dictamen sobre el incendio criminal de la guardería de Sonora (tres años tarde), ya recibió la bendición presidencial:
“…Son de las cosas que ya no deben volver a ocurrir, esa es la lección.
“Y lo que declaró el ministro de la Corte, Arturo Zaldívar, es real, le creo, porque él es una gente recta, lo considero una gente íntegra.
“Y a los que están más preocupados por preguntar por qué se calló durante tanto tiempo… Porque ahora es eso lo que le cuestionan, que por qué guardó silencio 13 años, en vez de estar pidiendo cuentas a los responsables, porque independientemente del tiempo esto no prescribe.
“Pero también les digo, yo ya conocía esta versión, está en el expediente sobre el caso y están las resoluciones de los ministros que votaron a favor del carpetazo, existen las pruebas, y está lo que rechazaron, que fue lo que propuso el ministro Zaldívar.
“Ahora que nosotros retomamos el asunto estamos apoyándonos en ese testimonio, es lo que se le presentó a la fiscalía, ese mismo testimonio, para que se imparta justicia.
“Además, estaba yo revisando y creo que en otras ocasiones ya se había dado a conocer, no sé si por el propio ministro Zaldívar, pero ya era de dominio público, o sea, ya lo habían dado a conocer en un libro y en revistas o reportajes, o sea, no es una cosa así de que en 13 años no se sabía nada… “
Eso sonó como otro capítulo en la tensa historia entre Monreal y López Obrador, porque la única voz valiente en este sentido de la tardanza de Zaldívar en denunciar las presiones en su contra, ha sido Ricardo Monreal.
Fatiga de combate
Hace unos cuantos días el presidente de la República caminaba por las veredas del Colegio Militar, el anfractuoso terreno lo obligaba a pasos cautos.
–Si me caigo dijo fiel a su empecinamiento, y su firmeza de carácter, me vuelvo a levantar. Por eso ahora resulta extraña esta declaración, confiada a los reporteros en un recorrido por el Palacio Nacional, muy distinta de todas aquellas de los últimos años.
El presidente pensó en 2012 retirarse de la vida política e hizo una carta para leerla en el Zócalo Capitalino durante un mitin, cosa de la cual se arrepintió finalmente. Y de eso y otras cosas habló ayer.
“No me siento insustituible, pero todavía puedo, entonces ya no leí la carta en el Zócalo y decidí seguir adelante y ya conocen la historia reciente, pero sí, ya no puedo más. Cierro mi ciclo y me retiro”.
Aquí el SÍ es importante. No es un SI condicional, es un afirmativo preciso.
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