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Una guerra sin estrategia: Juan María Naveja

Publicado por
José Cárdenas

Juan María Naveja

 

 

¿Cuantas veces un estratega se puede equivocar en una guerra?
El saldo de muertos y contagiados es de escándalo, en otras latitudes el gobierno de México habría sido sometido a toda clase de juicios, bastaría con ver los predicamentos en que anda Boris Johnson en Gran Bretaña. A cada paso de la pandemia las decisiones han sido costosas, el número de muertos por Covid-19 y el exceso de mortalidad supera los 600 mil cuando el responsable, si así se le puede llamar a López Gattel, pronosticó que llegar a 60 mil muertos sería una catástrofe.
La pandemia es la guerra mundial que le tocó enfrentar a nuestra generación, el enemigo ha sido un virus que ha venido alcanzando a los cinco continentes, algunos países han tenido comandantes que han entendido la pandemia, pero otros, como el nuestro, se han equivocado y se siguen equivocando.
Visto como guerra, ya con las hostilidades en marcha se le vendieron los pertrechos a China, sabiendo que serían indispensables para la contienda, en consecuencia se tuvieron que comprar insumos básicos a cualquier precio y calidad.
Imposible olvidar las instrucciones del comandante mexicano: salgan, abrácense, yo les digo cuándo se cuiden, el mejor escudo es el detente el sagrado corazón de Jesús está contigo. O aquello que dijo su lugarteniente, que el presidente no se contagia porque su fuerza es moral y no de contagio, pues ya se contagió dos veces…
México, a diferencia de muchos países, tuvo un período de gracia de tres meses, suficientes para preparar la respuesta, no fue así, el presidente en lugar de convocar al Consejo Nacional de Salubridad y escuchar a los especialistas que ya habían librado batallas similares se centró en el consejo de unas cuantas personas, con lo cual, la propaganda se impuso a la ciencia. Contrario a los grandes estrategas de guerra que suman todos los recursos humanos y de defensa, los médicos del sector privado fueron marginados e ignorados, a los que estaban en la primera línea se les negaron materiales de protección, recibieron insumos de baja calidad, el resultado: un deshonroso primer lugar de bajas en el mundo del personal médico-asistencial.
Mientras los científicos hacían grandes esfuerzos para desarrollar los antídotos, la mayoría de los gobiernos atendieron la recomendación de la Organización Mundial de la Salud de hacer pruebas para aislar a los contagiados, en México se incursionó en el monitoreo llamado Centinela que resultó todo un fracaso, se fueron disparando tanto el número de infectados, como el de los fallecidos, por meses el nombre del país apareció a la cabeza del índice de letalidad y ahí sigue…
Hoy a casi 21 meses del primer contagio registrado, como si no tuviéramos ninguna experiencia en la pandemia, nos encontramos con las mismas reacciones, cometiendo los mismos errores; el enemigo lanzó nuevas variantes, con el Omicrón también tuvimos un margen de maniobra, pero se reaccionó igual, tarde y mal, otra vez una tímida vacunación, que por cierto, dejó fuera a los niños, y la orden, no se hagan pruebas, solo aíslense.
A estas alturas, con la guerra sin terminar, surgen varias preguntas ¿Cómo sabremos el número de contagiados? ¿Cuántos han muerto? ¿Qué van a hacer quienes no pueden faltar a sus trabajos si no pueden conseguir un comprobante? ¿Cómo pagarán una prueba quienes han perdido el empleo con esta crisis? Y finalmente ¿Qué confianza se le puede tener a estos *estrategas para este tipo de guerra?

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José Cárdenas