Rafael Cardona
La reciente aprobación en la “Comisión de Bienestar Animal” del Congreso de la CDMX, de un dictamen cuya intención es prohibir de plano las corridas de toros en la capital del país (ahora todo lleva la cantaleta del bienestar), no es ni la primera ni la última maniobra de esta naturaleza, cuya finalidad está lejos de proteger a los irracionales. Nada más buscan llamar la atención y destruir.
– ¿Destruir qué?
Todo lo posible. Ya sean circos, delfinarios; pronto hipódromos, zoológicos, acuarios, palenques, aviarios y hasta la policía montada si fuera conveniente o el arma de caballería en el Ejército.
El “animalismo político” es tan irracional como aquellos a quienes dice defender. Pura demagogia, especialmente si proviene de esa chatarra oportunista llamada Partido Verde Ecologista de México.
La fiesta mexicana de toros supera en antigüedad al culto guadalupano. Es la más añeja expresión cultural de México, contemporánea de la implantación del idioma castellano y los autos sacramentales (germen del teatro) y la edición de libros.
Pero este asunto no está sujeto a discusión ni análisis histórico. La existencia misma de una “Comisión Para el Bienestar Animal” (como el gas, los bancos o las pensiones), resulta revelador de las dimensiones del absurdo.
En medio de una pandemia cuyo costo humano supera los 500 mil muertos, los “verdes” se ocupan de capas y banderillas.
La única diferencia entre estas y otras intentonas legislativas es su enorme posibilidad de éxito. No porque tengan razón sino porque es el espíritu de los tiempos. El animalismo es una característica políticamente correcta y las corridas de toros un anacronismo vulnerable, sobre todo por su escasa afición.
No sería –por otra parte– la primera prohibición. Ya Venustiano Carranza hizo lo mismo y la tauromaquia sobrevivió. Pero eran otros tiempos.
Como no tiene caso discutir este asunto, pues no será mediante el “diálogo” como se resuelva, como no ocurrió en el caso de los circos, mejor cito algunos argumentos enviados a esta columna por “Tauromaquia Mexicana A.C.”. Ellos si creen el la utilidad del debate. Yo no.
“…Nos sumamos al postulado del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, “PROHIBIDO PROHIBIR” y proponemos, como él lo ha hecho, abrir los debates con pleno respeto la pluralidad de voces.
debate que debemos sostener debe girar en torno a la siguiente interrogante:
–¿Pueden los poderes públicos imponer en forma obligatoria las opciones morales de un grupo de la sociedad al resto de los ciudadanos?
“Si la respuesta es afirmativa, se trataría de una muy mala noticia para las libertades, ya que bastaría con presentar una argumentación moral, la que sea, y contar con las mayorías suficientes en los congresos o en los cabildos para llegar a la interdicción de prácticamente cualquier cosa.
“Se podría, de esta forma, prohibir la interrupción legal del embarazo o del matrimonio igualitario en los lugares donde ya son permitidos. Podría ponerse fin a todo espectáculo que no esté de acuerdo con la corrección política o alineada a los intereses de un grupo social. Se podría, simple y llanamente, atentar en contra de la diversidad sexual o la práctica de alguna religión por el simple capricho de un sector…”
Pues sí, en este país se pueden matar legalmente cien mil fetos humanos al año, pero no se podrá estoquear un toro.
“En TMX –sigue el comunicado– consideramos que el bienestar animal es un bien que puede ser constitucionalmente tutelado. No le podemos reprochar a la Tauromaquia de afectarlo, ya que la actividad taurina no es contraria al bienestar animal, sino que, entendido en forma correcta y racional, se puede afirmar que es generadora de bienestar animal, lo que se evidencia al visitar cualquier ganadería de toros de lidia…”
“…El debate, por tanto, no debe, como se pretende, girar en torno a las preferencias morales, gustos, modas o lo políticamente correcto, sino alrededor de las libertades…”
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