El Papa Francisco condenó la explotación de migrantes con fines políticos durante una visita a la isla griega de Lesbos, calificando la indiferencia mundial hacia su difícil situación como «el naufragio de la civilización».

Francisco caminó por el campo de Mavrovouni, que tiene capacidad para unas 2.300 personas, deteniéndose para saludar a decenas de refugiados.

Visitó por primera vez la isla, uno de los principales puntos de entrada de migrantes, en 2016 y se llevó a 12 refugiados sirios a Italia con él. Lamentó que «poco ha cambiado» desde entonces.

El Mediterráneo, donde miles de personas han muerto intentando hacer la travesía del norte de África a Europa, seguía siendo «un cementerio lúgubre sin lápidas».

«¡Por favor, detengamos este naufragio de la civilización!», dijo.

Francisco, por segundo día consecutivo, reprendió a quienes utilizan la crisis migratoria para fines políticos.

«Hay que atacar las causas remotas, no los pobres que pagan las consecuencias e incluso se utilizan para la propaganda política», dijo.

El pontífice lanzó un largo y duro mensaje en el que constató que las migraciones «son un problema del mundo», «una crisis humanitaria que concierne a todos», pero de la que nadie parece ocuparse, a pesar de que «están en juego personas, vidas humanas».

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