La periodista filipina Maria Ressa y su colega ruso Dmitri Muratov hicieron este viernes una defensa de la libertad de expresión y alertaron de las amenazas que sufre en todo el mundo al recibir el Nobel de la Paz en el ayuntamiento de Oslo.
«Necesitamos ecosistemas de información que vivan y mueran con hechos. Lo haremos cambiando las prioridades sociales para reconstruir el periodismo del siglo XXI mientras regulamos y prohibimos el control económico que se beneficia del odio y las mentiras», dijo en su discurso Ressa.
Los dos periodistas han sido premiados «por sus esfuerzos para defender la libertad de expresión, condición previa para la democracia y la paz duradera», según el fallo del Comité Nobel.
Ressa habló de la necesidad de «abrazar» las nuevas tecnologías, una idea compartida por Muratov.
«Somos periodistas, nuestra misión es clara: distinguir entre hechos y ficción. La nueva generación de profesionales sabe cómo trabajar con datos», afirmó el cofundador y director del diario Novaya Gazeta, quien puso como ejemplo su uso para revelar el transporte de refugiados de Oriente Medio a Bielorrusia.
El periodismo en Rusia atraviesa «un valle oscuro», dijo Muratov, y denunció que un centenar de periodistas, medios y activistas han sido tachados de «agentes extranjeros» y algunos han tenido que abandonar el país.
El director de Novaya Gazeta aseguró que la tortura es «práctica habitual» en Rusia y que, a menudo, los casos criminales se basan en «falsas acusaciones y motivos políticos», como en el caso del opositor Alexei Navalny.
La entrega del Nobel a Muratov y Ressa estuvo precedida por el discurso de aceptación del director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, David Beasley, ganador el año pasado pero que no pudo viajar a Oslo al ser suspendida la ceremonia por la pandemia de coronavirus.
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