El organizador de la protesta fue el partido de extrema derecha FPÖ, pero su líder, Herbert Kickl, no acudió por ser positivo al virus.
Con pancartas denunciando «la corona-dictadura» y eslóganes como «no a la división de la sociedad», la multitud se reunió en el corazón de la capital austriaca, cerca de la cancillería.
La protesta se desarrolló bajo fuerte vigilancia policial, ya que las fuerzas del orden temían la llegada de hinchas violentos, militantes neonazis y del movimiento identitario, de extrema derecha.
El canciller austriaco, el conservador Alexander Schallenberg, anunció el viernes un confinamiento total de la población hasta el 13 de diciembre.
Una semana antes, el gobierno había anunciado también un confinamiento de las personas no vacunadas.
A partir de este lunes, los 8.9 millones de austriacos no podrán salir de su domicilio salvo para realizar compras, hacer deporte o acudir al médico.
Las escuelas siguen abiertas, pero se recomendó a los padres guardar a los niños en casa.