Lo que faltaba, abrirle un hueco a la extremaderecha. Por si no han caído en cuenta la herencia que dejará el régimen de López Obrador al próximo gobierno será de pronóstico reservado, las cosas no dan para el optimismo, serán tantos los problemas legales, económicos, de salud pública, educativos, de rezago social, pobreza, desigualdad, división social y le podemos seguir porque conforme se acerq ue el 1 de octubre de 2024 la lista irá en aumento.
Vamos por partes. Difícilmente Morena repetirá, no hay un candidato sólido, respetado por sus tribus a cabalidad y menos por el electorado.
La oposición está desarticulada, la frágil alianza legislativa es porosa, ya la puso a prueba López Obrador en días pasados sacando a balcón al líder de la fracción priísta en la Cámara de Diputados, Rubén Moreira al ventilar sus nexos con Alonso Ancira, lo que quiere decir que este gobierno seguirá usando los recursos y titulares de la Fiscalía y la Unidad de Investigación Financiera para el chantaje y la amenza; como lo hicieron con Medina Mora.
Pero, obvio, este “recurso” se lo va a gastar el presidente, no le da para heredarlo a su elegido o elegida. La oposición debe tener claro que para ganar necesitará alguien de rabo corto y, si se puede, sin rabo.
El PAN pagará el costo por la decisión de sus legisladores que se reunieron con el líder de VOX, pero al final de cuentas es más tema del círculo rojo que de la ciudadanía en general.
Por otro lado, se equivocan quienes creen que esa corriente está huérfana, hay en el mundo ejemplos suficentes del fortalecimiento de la ultraderecha, Polonia, Hungría, India y Brasil son ejemplos del crecimiento de grupos radicales que llegaron al poder por la vía electoral aprovechando el desánimo o el descontento de la sociedad que se cansa de dar cheques al portador sin que le cumplan las promesas.
El fracaso de un gobierno que prometió tanto y se irá con cajas destempladas brinda el escenario propicio para los radicales si desarrollan una propuesta atractiva para el electorado, el ejemplo más cercano es Brasil. La decepción con el Partido del Trabajo terminó con la caída de Dilma Rousseff, quien ni siquiera terminó su gestión y el encarcelamiento de Lula da Silva, quien, por cierto, se encamina a regresar a la presidencia, pero esa es otra historia, que merece análisis aparte.
Poco se ha reparado en el costo que significarán en el mediano y largo plazo las controvertidas decisiones de López Obrador como Texcoco, Pemex, Dos Bocas, Santa Lucía, el Tren Maya, litigios diversos, tragedias como Tlahuelipan o la Línea 12.
La historia nos recuerda que el levantamiento zapatista ha perseguido a Salinas de Gortari, como Acteal a Zedillo, San Mateo Atenco a Fox, la guerra contra el crimen a Calderón y Ayotzinapa a Peña Nieto. Hasta ahora no han derivado en un juicio efectivo, no siempre será así; a Ricardo Anaya le costó amenazar con cárcel a Peña Nieto, en el futuro una promesa de esas puede atraer votos.
Quedan dos años para que veamos al elenco para el 2024 y tres para la elección, hay tiempo para construir una candidatura ganadora, porque los elementos para hacer una prospectiva del gobierno de López Obrador no dan para el optimismo, de hecho sus debilidades pueden ser las fortalezas para los opositores, siempre y cuando acierten en el candidato, sepan interpretar y traducir el clima social.
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