Los líderes del G7 reunidos en Cornualles, Inglaterra, abordaron ayer la creación de un mecanismo global de defensa ante futuras pandemias que permita la detección temprana de patógenos peligrosos y el desarrollo acelerado de tratamientos y vacunas.
En su primer encuentro en persona desde que estalló la crisis del coronavirus, los mandatarios del grupo de países ricos estudiaron tanto vías para acabar con la actual pandemia, como programas para asegurar que no se repite la devastación provocada por el COVID-19, que ha contagiado al menos a 175 millones de personas y matado a 3.7 millones oficialmente.
Además de los miembros permanentes del grupo —Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Japón, Canadá y la Unión Europea—, participaron en la sesión países invitados: India, Australia, Sudáfrica y Corea del Sur.
El consejero científico del gobierno británico, Patrick Vallance, presentó ante los mandatarios las conclusiones de un grupo de expertos sobre métodos para prevenir nuevas pandemias, mientras que el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, conminó a los líderes a hacer mayores esfuerzos para asegurar la vacunación en los países en desarrollo.
Desde que estalló la actual crisis sanitaria hasta que las primeras vacunas contra el coronavirus fueron aprobadas pasaron más de 300 días; el primer tratamiento efectivo contra el COVID-19 recibió luz verde en 138 días —dexametasona— y la OMS respaldó un test diagnóstico rápido en 238 días.
Vallance argumentó ante los líderes del G7 que todos esos plazos pueden reducirse a 100 días si con antelación se han preparado las infraestructuras necesarias, se ha difundido la tecnología y el conocimiento imprescindible, y se ha previsto cómo movilizar la financiación adecuada.