El profesor Kirill Alexandrov, de la Alianza de Biología Sintética CSIRO-QUT y del Centro de Genómica y Salud Personalizada de la Universidad de Tecnología de Queensland (QUT), en Australia, forma parte de un equipo de investigadores de la Universidad de Arizona, la Universidad de California en San Francisco y la Universidad de Adelaida que han publicado sus resultados en la revista ‘Current Biology’.
En los últimos 20 años se han producido tres brotes de coronavirus graves epidémicos: El SARS-CoV que dio lugar al Síndrome Respiratorio Agudo Severo, originado en China en 2002 y que mató a más de 800 personas; el MERS-CoV que dio lugar al Síndrome Respiratorio de Oriente Medio, que mató a más de 850 personas, y el SARS-CoV-2 que dio lugar al COVID-19, que ha matado a 3,8 millones de personas.
Pero este estudio de la evolución del genoma humano ha revelado que otra gran epidemia de coronavirus estalló miles de años antes.
«El genoma humano moderno contiene información evolutiva que se remonta a decenas de miles de años, al igual que el estudio de los anillos de un árbol nos da una idea de las condiciones que experimentó mientras crecía», señala el profesor Alexandrov.
En el estudio, los investigadores utilizaron datos del Proyecto 1000 Genomas, que es el mayor catálogo público de variación genética humana común, y observaron los cambios en los genes humanos que codifican las proteínas que interactúan con el SARS-CoV-2.
A continuación, sintetizaron proteínas humanas y del SARS-CoV-2, sin utilizar células vivas, y demostraron que éstas interactuaban directa y específicamente señalando la naturaleza conservada del mecanismo que los coronavirus utilizan para la invasión celular.
«Los científicos computacionales del equipo aplicaron el análisis evolutivo al conjunto de datos genómicos humanos para descubrir pruebas de que los antepasados de los pueblos de Asia oriental experimentaron una epidemia de una enfermedad inducida por un coronavirus similar al COVID-19», apunta el profesor Alexandrov.
Los pueblos de Asia Oriental proceden de la zona que hoy es China, Japón, Mongolia, Corea del Norte, Corea del Sur y Taiwán. «En el transcurso de la epidemia, la selección favoreció las variantes de los genes humanos relacionados con la patogénesis, con cambios adaptativos que presumiblemente condujeron a una enfermedad menos grave», prosigue Alexandrov.
«Al desarrollar una mayor comprensión de los antiguos enemigos virales, ganamos en comprensión de cómo los genomas de las diferentes poblaciones humanas se adaptaron a los virus que han sido reconocidos recientemente como un importante motor de la evolución humana –destaca–. Otra consecuencia importante de esta investigación es la capacidad de identificar los virus que han causado epidemias en un pasado lejano y que podrían hacerlo en el futuro».
«Esto, en principio, nos permite recopilar una lista de virus potencialmente peligrosos y luego desarrollar diagnósticos, vacunas y fármacos para el caso de que vuelvan», concluye.
Fuente: Europa Press