Hace un año escribí que nos estábamos enfrentando a una situación insólita para nuestra generación, y que según los pronósticos sería una temporada larga, en años. Los miles de millones de seres que habitamos el planeta jamás pensamos vivir algo así. Hay muchísimas personas que han sido privilegiadas con una larga vida y que pudieran narrar su experiencia de la Gripe Española de 1920. Pero independientemente de aquella pandemia, ésta es mucho más agresiva y mortal.
Ya hemos cumplido quince meses de confinamiento, encierro, cuarentena, aislamiento, etc., y demás sinónimos, con motivo de esta calamidad que inició en diciembre de 2019 en China, y que desde entonces se ha apoderado de casi todo el planeta.
Corona Virus, bautizado Covid-19 por los científicos, es el infeliz e invisible enemigo que ha retraído a la humanidad a sus lugares de protección y cuidado. Es el infeliz e invisible enemigo que está incrementando exponencialmente el número de millones de pobres; es el infeliz e invisible enemigo que ha dejado sin trabajo a otros tantos millones de individuos; es el infeliz e invisible enemigo que ha llevado a la muerte a más de 200 mil seres humanos solamente en México, a esta fecha; es el infeliz e invisible enemigo que se enconde en las rendijas, en las gotitas de estornudos, en cualquier superficie, en las manos, en las monedas de cambio, en los billetes de circulación nacional, en donde pueda. Es infeliz e invisible.
El mundo ha cambiado para mejorar; me refiero a la madre naturaleza que ha dejado de sentir la huella del hombre, el maltrato del mazo, el sofocón del dióxido de carbono. Sin embargo, Paris ha dejado de ser romántica, la muralla china ya no es un baluarte, y la Meca está vacía. ¿qué pasa? Venecia, Nueva York, Londres, México, Roma, han dejado de ser destinos para convertirse en refugios de temerosos, o de infectados.
Y nosotros, seres igualmente pequeños nos hemos dedicado a la creatividad, que es la liberación de nuestras energías internas como respuesta a los desafíos de la época. Imaginación dinámica, recuperación del equilibrio natural, flexibilidad, innovación de las ideas, poder de transformación y utilización óptima de nuestras capacidades y recursos.
Muchos piensan que la creatividad es la expresión mejor definida de la libertad individual. Quiere decir que, para poder crear, el individuo debe vivir de acuerdo a sus propias premisas. O sea, que una persona creativa tiene mayor y mejor percepción, puede ver cosas que no había visto con anterioridad, oye cosas que no ha escuchado nadie. Con estos elementos comienza la edificación creativa.
El hombre creativo es ahora una persona tridimensional, con mucho más riqueza espiritual y equilibrio emocional. Esta persona contiene, según las teorías filosóficas de nuestros días, las tres letras “C”: la primera es Conciencia, el ser; la segunda es Compasión, el sentimiento; y la tercera es la Creatividad, la acción propiamente dicha.
La Creatividad puede ser una eficaz estrategia para cambiar nuestro comportamiento habitual, rutinario, pero, sobre todo, puede servir para realinear o ajustar todos los pensamientos para crear un equilibrio, y estar en armonía entre lo que deseamos y la vida que transcurre.
Las personas identificadas por sus obras creativas inventan nuevas herramientas -ideas, realizaciones materiales- las necesarias si sienten que su forma de vida y la razón de su existencia están desequilibradas. Ellos piensan y sienten que su deseo de ser y de vivir con grandeza forma parte inseparable de su energía espiritual y que, para crear equilibrio en ese aspecto de su vida, deben de utilizar conscientemente la energía de sus pensamientos para armonizar con lo que desea.
¿Porqué? Porque la energía mental atrae siempre lo que uno piensa. Siempre obtendrá lo que piense, lo quiera o no.
Esta conclusión se desprende de las investigaciones que a ese respecto emprendió el doctor y escritor estadounidense Wayne W. Dyer (1940-2015), uno de los Psicólogos más leídos en el mundo, y desde luego, más reconocidos en la materia.
Al final de cuentas, las personas que a base de conciencia, disciplina mental y constancia cultivan las posibilidades de la inteligencia emocional, es porque así lo han decidido, han elegido dar al desarrollo de su vida personal el equilibrio, la armonía y el respeto que merecen.
Alguien reconocía que es muy fácil ser sincero con uno mismo. ¡Quién sabe! Pero sí creo en la bondad y la generosidad con uno mismo. El comienzo de todo es un despertar total a la capacidad de su propia naturaleza para crear y transformarse en un hombre nuevo que existe para el mundo como el mundo existe para él.
Esta intimidad que estamos viviendo desde hace quince meses nos permite probar las teorías de la creatividad y de la inteligencia emocional.
Acudamos con gusto a vacunarnos. Que sea para el bien de todos, y que la salud nos permita reencontrarnos.
Premio Nacional de Periodismo
Fundador de Notimex
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