Los muertos por la erupción este sábado del Nyiragongo, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), han ascendido a 32 y los heridos se cifran en 6.278, confirmó hoy a Efe el Observatorio Vulcanológico de la ciudad de Goma, situada a unos veinte kilómetros del volcán. «El número de víctimas sigue aumentando y seguirá aumentando. Seguimos investigando e instamos a la población a ser cautelosa y seguir las directivas emitidas por las autoridades», dijo a Efe por telefóno el vulcanólogo y director científico del Observatorio, Celestin Kasereka Mahinda.
La mayoría de muertos registrados hasta ahora han sido calcinados por la lava o asfixiados por los gases que libera el magma, además de cuatro abatidos por arma de fuego tras intentar fugarse – entre la confusión – de la prisión central de Munzenze, en Goma, y al menos nueve fallecidos en un accidente de tráfico mientras huían de la ciudad. Según el científico, Goma – capital de la provincia de Kivu del Norte – sigue experimentando movimientos sísmicos día y noche y «vemos grietas en las paredes de las casas, el asfalto y las carreteras están cortados», unos terremotos que también se notan en la vecina Ruanda.
Además, en algunos puntos a las afueras de la ciudad los temblores han causado brechas en la tierra por donde se liberan densas nubes de gas tóxico que pueden provocar la asfixia. Después de un vuelo de reconocimiento este lunes donde el humo impidió ver el interior del cráter situado en la cima del volcán, Mahinda aseguró que el hecho de que la ciudad aún experimente temblores podría significar dos cosas: si queda lava activa en el cráter existiría la posibilidad de nueva actividad volcánica, y si no, la tierra estaría por el contrario «recuperando su equilibrio».
En un comunicado, el Gobierno informó a última hora de ayer que «unos veinte cuerpos serán entregados a sus familias para el entierro este martes» mientras «el resto no han sido aún identificados». Según Unicef, un total de diecisiete localidades de las afueras de Goma fueron afectadas por el magma. Según la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC), al menos trescientos menores se separaron de sus familias durante la erupción y unas 550.000 personas en la ciudad han perdido acceso al agua después de que la lava destruyera las principales fuentes de suministro.