La crisis humanitaria en la playa del Tarajal, en Ceuta, derivó en menos de 24 horas en un conflicto diplomático de altos vuelos, con acusaciones cruzadas de “chantaje” y amenazas directas que vaticinan más tensión.
En menos de 24 horas, más de 8 mil migrantes africanos cruzaron la frontera española, muchos de ellos a nado, otros a pie y sin que hubiera la mínima resistencia de la policía fronteriza marroquí; 5 mil 800 ya han sido expulsados por medio del polémico mecanismo de “devoluciones en caliente”, ayer permanecían retenidos más de 2 mil y unos mil deambulaban por la pequeña ciudad autónoma de Ceuta hambrientos, sedientos y con frío.
Las dramáticas imágenes de los migrantes africanos que sueñan con un futuro mejor en Europa dieron la vuelta al mundo. La frontera ya está controlada, tanto por efectivos del ejército y la Guardia Civil española, como por fuerzas del orden de Marruecos, que decidieron actuar ante la versión de una supuesta apertura de la línea de cruce.
En la playa del Tarajal, punto que divide la ciudad de Ceuta del noroeste de Marruecos, los tanques y los soldados del ejército español continúan desplegados, apoyados por lanchas de la Guardia Civil para mantener cerrado a cal y canto el paso fronterizo.
Alijah, marroquí de 17 años que hasta hace cuatro días vivía en Tetuán, viajó a Ceuta con tres amigos tras escuchar el rumor de que la frontera estaba abierta. El taxi, que les costó el equivalente a cien pesos mexicanos a cada uno, los llevó hasta la costa y cuando cayó la noche del lunes decidieron seguir al resto y cruzar a nado la pequeña franja fronteriza.
Así se adentraron en la ciudad autónoma, donde deambularon durante horas en busca de comida y bebida. Cuando el agotamiento los obligó a parar durmieron en un parque hasta que la luz del día los despertó y siguieron su búsqueda de alimentos.
Pensaban que estaban ante el inicio de una nueva vida, ilusión que acabó horas después, cuando fueron trasladados al centro de acogida temporal, donde el ejército español los custodiará hasta su repatriación. Ellos, como tantos otros, decidieron volver por voluntad propia.
Sin embargo, otros siguen empeñados en iniciar una nueva vida, lejos de la miseria y la pobreza de sus países, y decidieron participar en un éxodo en el que también había muchas familias con niños recién nacidos. Varios bebés fueron rescatados de las olas por agentes de la Guardia Civil.
En medio del barullo, el sonido de las sirenas y de los gritos de rabia, también se escuchó el sollozo desesperado de un hombre negro de casi dos metros, muy delgado, cabizbajo, tenía la boca seca y una voluntaria de la Cruz Roja le dio a beber agua.
El migrante, después de recuperar un poco de aliento con el sorbo de agua, se soltó a llorar en sus brazos. Esa imagen fue captada por varios medios de comunicación y, después de ver su propia imagen en la escena, la mujer explicó: “no creo en ningún Dios, pero estoy segura de que si viviera las situaciones que ha vivido esta gente lo haría. No sé cómo sentirme. Sólo sé que se me cae el alma al suelo”.
Un agente de la Guardia Civil rescató a un recién nacido en el mar y explicó: “cogimos al bebé, estaba helado, no gesticulaba… Fue un momento muy traumático”.
De los cerca de 8 mil indocumentados que se calcula cruzaron la frontera en los últimos dos días, ya fueron devueltos a Marruecos 5 mil 800, informó el gobierno español, que confirmó la aplicación de las “devoluciones en caliente”, de las cuales fueron muy críticos en el pasado tanto el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) como Unidas Podemos (UP), que forman la coalición del gobierno actual.
Se trata de un método expedito que retiene a los migrantes en un centro de acogida, incluidos los menores de edad, siempre custodiados por miembros del ejército o de la policía nacional y la Guardia Civil, y sin que medie ningún procedimiento judicial o administrativo son devueltos a Marruecos por la minúscula puerta fronteriza que divide a los dos países y que está en el borde de una valla de alambre de púas electrificada.
Antier se vieron escenas en las que los militares españoles aceleraban el paso de los migrantes expulsados a punta de porrazos.
Del resto de los que permanecen en el enclave todavía no se aclara cuál será su futuro, sobre todo el de los menores de edad, que permanecen bajo custodia y según la legislación española e internacional no pueden ser repatriados sin una serie de garantías jurídicas y la protección del Estado receptor.
A la crisis provocada por el éxodo se suma un enfrentamiento diplomático en el cual de manera inusual intervino la Unión Europea en respaldo al Estado español, así como las críticas a la “instrumentalización” de la migración por el régimen alauita.
Algunos analistas atribuyen este nuevo conflicto al auxilio médico que brindó el gobierno español a Brahim Gali, histórico líder del Frente Polisario, quien tras enfermar de Covid-19 en Argelia fue trasladado a un hospital de Logroño para ser atendido, en un acto diplomático conjunto entre dicho país africano y España del que no fue informado el régimen del rey Mohamed VI de Marruecos.
Mustafá Ramid, ministro marroquí de Derechos Humanos y Relaciones con el Parlamento, afirmó que “España sabía que el precio por subestimar a Marruecos sería muy alto. La recepción brindada al líder de las milicias separatistas del Polisario, bajo una identidad falsa, sin tener en cuenta las relaciones de buena vecindad que requieren coordinación y consulta, o al menos cuidando de informar a Marruecos, es un acto irresponsable e inaceptable”.
Se trata de la primera delaraciones de las autoridades marroquíes que vinculan directamente la acogida a Gali con la crisis migratoria y que las autoridades españolas han negado de forma categórica en las últimas semanas.
El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, advirtió ante el Congreso de los Diputados que el país “está sufriendo un desafío de Marruecos”. Y su administración no descartó la mediación del rey de España, Felipe VI, con su par marroquí, Mohamed VI, quienes mantienen buena relación.
La diplomacia española aumentó la presión al reclamar a la UE por involucrarse, a lo que siguió la advertencia del vicepresidente de la Comisión Europea, Margaritis Schinas: “no nos dejaremos intimidar por nadie en el tema migratorio. Ceuta es parte del bloque y lo que está pasando ahí no es problema sólo de Madrid, sino de todos. Hemos visto en los últimos meses algunas tentativas de países terceros de instrumentalizar la migración y eso no lo podemos permitir. Nadie puede intimidar o chantajear a la Unión Europea”.
Pero en España hay voces críticas, incluso desde la propia coalición del gobierno. UP reiteró su apoyo a la autodeterminación del pueblo saharaui y repitió sus acusaciones de “chantaje” contra Marruecos. Desde Bruselas, el ex presidente de Cataluña, el nacionalista Carles Puigdemont, defendió la africanidad de Ceuta y Melilla.
Fuente: Staff