Una imagen que utilizo mucho en mis pláticas fue una que tras el paso del huracán Wilma me obsequió el Dr. Roberto Iglesias Prieto. La Secretaria de Turismo de nuestro país sostiene que el turismo que viene a Quintana Roo, 14.2 millones en 2018 que fue el último año normal antes de la pandemia, es turismo de sol y playa.
Utilizando una fotografía de Puerto Morelos en ese 2005 antes de que se llenara de construcciones y hoteles, a la altura de la estación de Ciencias del Mar de la UNAM, con su precioso mar azul turquesa, preguntaba ¿turismo de sol y playa?
Y luego ponía encima el agua de la laguna de Tamiahua en Tamaulipas tan solo unos cientos de kilómetros más arriba en el Golfo, que es chocolatosa y volvía a preguntar ¿turismo de sol y playa? ¿Quién quiere invertir en estas aguas chocolatosas y construir hoteles?, preguntaba el académico.
“Es turismo de arrecife de coral”, remataba refiriéndose al color azul turquesa de la Riviera Maya y Quintana Roo en general, producido por los corales. Es producido por el sistema arrecifal mesoamericano, SAM una barrera de coral que surca su litoral, mil ciento setenta y seis kilómetros, de los cuales ochocientos sesenta y cinco (el 86.5% del SAM) los recorre el arrecife. En Cozumel tenemos 32 km de este y solían ser los 48 km de su longitud, pero el establecimiento y desarrollo de la ciudad de San Miguel vino a interrumpir su continuidad, como en la Riviera Maya lo han hecho Cancún, Playa del Carmen y Tulum.
Desde que llegué a vivir a Cozumel en 2004, aunque era asiduo visitante desde 1975, me involucré en acciones de conservación, educación y comunicación ambiental. Venía del entonces DF, en donde sufrí el deterioro de la calidad de vida en 45 años, y por lo tanto sabía que el destino nos alcanza.
Hoy día encontramos evidencias dolorosas de lo que ha sido este modelo masivo de turismo de sol y playa. Hemos perdido en un poco más de cincuenta años que tiene el desarrollo de la Riviera May y Cancún, el 80% de cobertura de coral que la naturaleza
construyó en 50 millones de años, que calculan los expertos tiene el SAM como estructura geológica.
En OFS hemos venido denunciando que al apostar por un desarrollo económico desenfrenado se ha abandonado el bienestar comunitario y sobre todo el bienestar de los ecosistemas, que de ellos depende el bienestar de la población.
De la acumulación de los desequilibrios ambientales y la perdida de ecosistemas hay uno especialmente sensible debido a su fragilidad y la importancia de sus servicios ecosistémicos: turismo, alimento, protección de la costa, producción de oxígeno atmosférico, etc.: la muerte masiva de corales.
¿Por qué se están muriendo los corales? Por muchos factores, pero hay tres que sobresalen: el turismo masivo, las afectaciones que trae consigo la actividad marítima (especialmente los cruceros) y la calidad del agua. (Adisson P.et all. 2011 El SAM consideraciones para su designación como zona marítima especialmente sensible)
Ante el anunció del ingreso de una Manifestaciónde Impacto Ambiental. MIA por la empresa Muelles del Caribe para construir un 4º muelle de cruceros en octubre pasado y de la consulta pública de principios de abril a principios de mayo, la comunidad de Cozumel organizó el colectivo Corales Vivos, en donde se unieron organizaciones de la sociedad civil, biólogos, buceadores, fotógrafos y gente de la comunidad en defensa de sus arrecifes.
“No estamos en contra de los cruceros, no queremos ni es necesario otro muelle y dos nuevas posiciones de atraque para hoteles flotantes”. “Ya hay otras siete posiciones de atraque que son más que suficientes prácticamente todo el año. Hay un par de semana al año en que se necesitan más. La pandemia lo ha demostrado. Ahora la actividad de cruceros es cero”. “¿Por qué no se designa una capacidad de carga para esta pequeña isla que vende su biodiversidad y vive de ella?” Se preguntan Germán Méndez quien tiene el programa de restauración de arrecifes más importante de la isla y Dora Uribe abogada y ambientalista.
En 2018 llegaron a Cozumel un mil trescientos ochenta y siete cruceros, con más de 4.6 millones de pasajeros. Además de 600 mil turistas de pernocta que erogaron el 80% del ingreso por turismo en la isla y los cruceros tan solo el 20%.
En estos 17 años de activismo ecológico, de Comunicar para Conservar y educación ambiental, hemos apostado por reeducar a la comunidad, acceder a los tomadores de decisiones, cuestionar un modelo económico que promueve la destrucción de la vida, pero no desechamos la importancia que tiene el impacto individual. Por eso hemos trabajado desde el 2005 en educar a niños y jóvenes sobre los servicios ambientales del arrecife y su importancia para los visitantes.
Situación que se vio reforzada en 2013 al asociarnos con Ocean Futures Socciety, OFS de Jean Michel Cousteau Las malas decisiones y practicas turísticas se convierten en una verdadera amenaza para la sobreviviencia del arrecife y sus ecosistemas terrestres asociados.
Debemos respetar las vedas, hacer buenas prácticas turísticas como buceadores y snorqueleadores, lo mismo en cenotes que en el mar; no usar plásticos de un solo uso, ni bronceadores; no producir basura, limpiar playas y el océano; cambiar nuestros hábitos de consumo. Estamos conscientes que el problema es multifactorial, estructural, y conductual Tenemos conservación de 17 centavos la hectárea cuadrada, que es el presupuesto que la federación gasta al año en conservación ambiental (CONANP)
Por eso celebramos el ejercicio de ciencia ciudadana que viene de la idea de citizen science inglesa, pero que aquí Corales Vivos rebautizó ciencia comunitaria.
La oposición al 4º muelle fue una magnífica excusa para construir una red de organizaciones, personas de la comunidad interesadas en conservar sus recursos naturales y mostrarles que pueden empoderarse y oponerse a las malas decisiones del gobierno con herramientas, técnicas, científicas y de reeducación. Contribuir a la conservación desde un enfoque positivo. Transitamos de la conservación ambiental a la ciencia ciudadana. Sin el apoyo de la comunidad, no hay conservación ambiental.