El presidente López Obrador se metió en un berenjenal a causa de sus fobias. Hizo de Diego Fernández de Cevallos un enemigo, que no un adversario, se le fue a la yugular con acusaciones sin sustento y ahora está en un litigio del que no podrá salir con otros datos.
El aforismo del derecho onus probandi o carga de la prueba establece que quien alega un hecho debe probarlo. En una de sus mañaneras, y sin que viniera al caso, López Obrador formuló críticas contra Fernández de Cevallos por haber llevado un caso que significó al erario la pérdida de una gran cantidad de dinero y que lo ganó a través del tráfico de influencias durante el sexenio del presidente Fox.
El abogado exigió mediante una carta con fecha del pasado 12 de mayo, que el presidente fijara hora y fecha para presentarse en Palacio Nacional para que le formulara en persona las acusaciones.
Interrogado por una reportera el presidente trató de salirse por la fácil diciendo que todo se resuelve si el Jefe Diego explica cómo ganó el caso de la empresa Jugos del Valle a la Secretaría de Hacienda, que dijese cuánto recibió la empresa y el monto del moche, el presidente se hundió más al usar la palabra moche en lugar de los honorarios.
Desde hace mucho sabemos que Jugos del Valle recuperó 1,800 millones de pesos por la devolución del Impuesto al Valor Agregado y el Impuesto Especial sobre Productos y Servicios, tras un litigio que se llevó gran parte del sexenio del expresidente Ernesto Zedillo y que Hacienda comenzó a liquidar dos meses después de iniciada la nueva administración.
En una segunda carta, esta firmada el 18 de mayo, el abogado Diego Fernández de Cevallos exige al presidente que presente ante la Fiscalía General de la Republica la denuncia correspondiente para que se integre la carpeta de investigación y se resuelva lo que en Derecho procede.
En la misiva le advierte que si no satisface pronto su exigencia será él quien presente la denuncia de hechos.
La realidad es que, con tantos problemas como los hay, el presidente de la república no debería estar perdiendo tiempo en agresiones a ciudadanos que no le simpatizan o que sus acciones no van de acuerdo con su forma de pensar.
La lista de ataques personales se alarga al ritmo de las conferencias mañaneras, su némesis es el empresario Claudio X. González Guajardo quien encabeza la lista, pero seguido muy de cerca por el expresidente Felipe Calderón, el historiador Enrique Krauze, los consejeros electorales Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, en tiempos recientes el juez Juan Pablo Gómez Fierro.
De acuerdo con el seguimiento del taller Spin que dirige Luis Estrada, los periodistas más atacados son Carlos Loret, Ciro Gómez Leyva, Joaquín López Dóriga y Raymundo Riva Palacio. La lista se alargaría si añadimos personajes de ocasión.
Los analistas sostienen que se trata de cortinas de humo para evitar el desastre en la gestión de la pandemia, los problemas de salud pública, la grave inseguridad, la crisis económica creciente, la pérdida de empleos, la caída en la inversión pública, la situación de Pemex y la CFE; entre otros temas que busca evitar.
De regreso al tema de inicio, se puede advertir que el litigio apenas empieza, salvo que el presidente encuentre una salida honrosa, tendrá que enfrentar las consecuencias de una demanda como asentó en su carta Diego Fernández de Cevallos.