El papa Francisco inició los solemnes últimos días de la Semana Santa con una misa matinal en la Basílica de San Pedro del Vaticano, pero no estará en el tradicional servicio vespertino del Jueves Santo que conmemora la Última Cena de Jesús con sus apóstoles.
El Vaticano no explicó el motivo por el que el decano del Colegio Cardenalicio, el cardenal Giovanni Battista Re, presidirá el principal acto religioso del día.
Francisco, de 84 años y que sufre frecuentes brotes de ciática, podría haber optado por delegar esa misa dada su apretada agenda litúrgica para los próximos días, que culminará con la misa de Domingo de Pascua. En años anteriores, el pontífice argentino visitó un penal o un centro de refugiados para la misa del Jueves Santo, que incluía un ritual de lavado de pies que pretende simbolizar la disposición de Jesús a servir.
Por segundo año consecutivo, esa parte de la ceremonia se canceló por las restricciones por la pandemia del coronavirus. Y todos los actos del Vaticano para la Semana Santa se celebran con un aforo limitado de fieles con mascarilla y respetando las normas sanitarias y de distancia social.
Francisco ofició la misa matinal del jueves para bendecir los aceites que se utilizarán en varios sacramentos de la iglesia durante el próximo año. En su homilía, Francisco mencionó un recuerdo personal tras escuchar la una confesión de una monja y pedirle, como penitencia, que rezara por él.
“Se detuvo por un momento y parecía estar rezando, y luego me dijo ‘El Señor le concederá esa gracia, pero no se equivoque: Se la dará a su manera divina’”, recordó Francisco. “Me hizo mucho bien escuchar que el Señor siempre nos da lo que le pedimos, pero que lo hace a su forma divina”.