El Manchester City se iluminó en París, se sobrepuso a un inicio timorato y le dio la vuelta al partido. Hasta el punto de que sometió al PSG en el Parque de los Príncipes y dio un paso muy importante hacia la que sería la primera final de la Champions de su historia. Los domadores del balón del Guardiola cambiaron el amago por la pegada tras el descanso y levantaron el gol inicial de Marquinhos. De Bruyne empató y Mahrez logró el segundo. Dos golpes consecutivos que dejan muy tocados a Neymar, Mbappé y compañía. Se quedaron mudos. Aunque todavía queda la vuelta, el próximo martes en Inglaterra.
Guardiola plantó un ejército de centrocampistas. Como ya viene siendo frecuente en las últimas semanas el catalán dejó en el banquillo a puntas de lanza como Gabriel Jesus, Agüero y Sterling mientras que figuraba en el once hombres de toque como Bernardo Silva, Mahrez, Gündogan o el artista De Bruyne, acompañados por Foden. En la práctica no había ni nueve ni falso nueve, sino un pelotón de merodeadores del área.
Por el contrario Pochettino dispuso su once de gala, con Di María, Neymar y Mbappé prestos a aprovechar cualquier rendija. Si un equipo tiene centrocampistas, ¿qué hace? Pues normalmente tratar de amasar el balón. Si el otro destaca por sus atacantes, ¿qué busca? Pues el remate. La lógica no siempre funciona en el fútbol pero la diferencia de intenciones entre franceses e ingleses quedó pronto bien patente.
Pasado el cuarto de hora el PSG ya había probado fortuna en cuatro ocasiones. El City, ninguna. Para entonces ya vencía el conjunto de Pochettino. Di María botó un córner de forma magistral y Marquinhos se elevó al primer palo como si se tratara de un jugador de rugby en una touche. El brasileño remató a placer y cantó el 1-0.
El tanto afianzó a los parisinos y desnortó a los hombres de Guardiola, inofensivos en este tramo. Mbappé trataba de buscar la profundidad, Neymar repartía juego, Verratti ponía la pausa y Di María el vértigo. Mezclaba de fábula el PSG y se lo miraba con aprensión el City. En esta fase pudo ahondar en la herida el equipo de Pochettino y Paredes rozó el segundo con otro cabezazo. Guardiola se lamentaba en la banda, De Bruyne no entraba en juego con continuidad y sólo la presión adelantada del City funcionaba. Provocó un par de pérdidas, a través de las cuales llegaron las dos únicas ocasiones de los de Pep hasta el descanso. Un remate interesante de Bernardo Silva y otro, aún más claro, de Foden. Ambas fueron desbaratadas con acierto por Keylor Navas.
En el pulso entre dos equipos que persiguen la Champions que nunca tuvieron el PSG estaba haciendo las cosas con tino pero el City es de los conjuntos que nunca se rinden.
Guardiola optó por extremar su fútbol, por tener más balón y, sobre todo, por ser más agresivo para recuperarlo. Así, el PSG fue perdiendo el hilo. La pelota rondaba el área de Navas y De Bruyne, un diablo, conectaba un remate peligroso de tijera. Fue el anticipo del empate. Después de un córner sacado en corto, el City hizo bascular la pelota de un lado a otro y De Bruyne enroscó un centro hacia el área. El envío se fue envenenando, los centrales no acertaron a despejarlo y Navas, que falló, se vio sorprendido.
La igualada sólo hizo que alimentar la confianza del City y minar la del PSG. Los de Pochettino perseguían sombras y los británicos se crecían. Por eso forzaron una falta en la frontal. Parecía que la chutaría De Bruyne pero la lanzó Mahrez. La barrera se abrió entre Kimpembe y Paredes, el balón la atravesó y Navas nada pudo hacer. 1-2.
La situación había dado un giro copernicano y Neymar se ganaba una amarilla al perder los nervios. Aunque el que se desquició fue Gueye, que le clavó los tacos a Gundogan de forma violenta y fue justamente expulsado. Sólo le faltaba eso al PSG, terminar el partido con diez. El marcador ya no se movió.
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