Fronteras cerradas, el aeropuerto desierto y un nuevo horario de toque de queda más restrictivo: Chile amaneció este lunes con nuevas restricciones que se suman a las cuarentenas masivas y que buscan frenar la segunda ola de la pandemia que no da tregua al sistema hospitalario.
Imágenes del aeropuerto abarrotado, con largas filas para poder ingresar al país se registraron el domingo, último día en el que permanecía abierto el aeródromo Arturo Merino Benítez de la capital, que desde este lunes estará cerrado durante un mes para turistas, residentes y chilenos.
«El mundo entero está viviendo este grave rebrote del coronavirus (…) En Chile hemos sido duramente golpeados por esta re-embestida que tiene a nuestro sistema de salud al límite», reconoció en un acto oficial el presidente del país, Sebastián Piñera.
Desde hacía unos días, Chile ya aplicaba duras restricciones para los viajeros, que tenían que llegar con un PCR negativo y pasar 10 días confinados, 5 de ellos en un hotel especial costeado por su bolsillo. También comenzó a regir este lunes el adelanto del toque de queda a las 21:00 horas ante el gran incremento de casos nuevos y del índice de positividad, en parte alentado por la llegada de cepas del extranjero, como la británica o la brasileña.
La segunda ola, que comenzó en diciembre con la llegada del verano, se agravó en marzo tras las vacaciones y, ahora, más del 83% de la población se encuentra en cuarentena total, incluida al capital, donde viven más de 7 millones de personas y todos los comercios no esenciales permanecen cerrados.
Expertos de la comunidad científica apuntan a que este repunte se debe a un exceso de confianza por parte del Gobierno, que levantó restricciones durante la temporada de verano, confiando en el exitoso avance del proceso de vacunación, uno de los más rápidos del mundo. Chile ha inoculado con una dosis a casi 7 millones de personas, lo que representa el 45 % de su población y lo sitúa como tercer país del mundo con más porcentaje de población vacunada.