Según datos de la FAO en México, el 16% de las explotaciones agrícolas están a cargo de una mujer. Y aunque esta proporción cobra cada vez mayor importancia para su autonomía económica, la seguridad alimentaria y el bienestar de la sociedad, siguen siendo muy poco visibilizadas y muchas veces no remunerada, la Encuesta Nacional Agropecuaria (2017) resalta que sólo tres de cada 10 mujeres que laboran en el campo reciben un pago por su trabajo, mientras que, seis de cada 10 hombres reciben un pago.
Las tareas de la mujer en este nicho también proporcionan al hogar otros recursos importantes y pilares en la sociedad como lo es el cuidado de la familia, la transmisión de las costumbres, tradiciones y cultura, además de ocupar un papel importantísimo para la preservación de la biodiversidad ya que se encargan también de cultivar especies propias de la cocina tradicional, sin embargo, los predios que ocupan son siempre los más pequeños y en tierras de menor calidad, con menos acceso a crédito, asistencia técnica y a capacitación. Mayoritariamente, no son consideradas productoras ni su voz escuchada en igualdad de condiciones que la de los productores hombres.
Existe un enorme potencial en la agricultura liderada por mujeres, aunque no ha habido programas de gobierno dirigidos específicamente a mujeres (los que existen se enfocan en el desarrollo familiar más que en el de la mujer propiamente), el valor de la producción de las mujeres rurales durante los años 2015 y 2016 representó un incremento del 13% al 15% del valor total de la producción agropecuaria a nivel nacional.
Afortunadamente, organismos internacionales se han interesado en ejercer presión y urgir a diseñar mecanismos para acortar la brecha de género en el sector rural en México. El pasado 7 de marzo de 2019, de manera conjunta, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), publicaron un documento en el que mencionan que “la ausencia de una política específica e integral para las mujeres del campo e indígenas, con indicadores medibles y a partir de un diagnóstico de brechas de género en la agricultura, seguirá siendo un obstáculo para que los recursos etiquetados logren el objetivo de reducir la desigualdad de género”.
Este documento representa una llamada de atención esperanzadora para lograr que el gobierno mexicano tome acciones encaminadas a cerrar la brecha de genero en el sector rural y con ellos mejorar las contribuciones del sector rural del país. (https://www.tierrademonte.com/)