Tenemos una absurda obsesión por la igualdad. No hemos aprendido nada de la historia y de las luchas por lo inalcanzable. Hoy, la relación de México con su principal socio comercial vuelve, obsesivamente, a condicionarse a una aspiración que irónicamente… marca la diferencia.
La claridad con la que López Obrador comunica se confunde con actos de verdad. La búsqueda por la igualdad basada en la diferencia con el pasado germina el error futuro. “Yo ahora puedo decir bendito México, tan cerca de Dios y no tan lejos de Estados Unidos”, destaca él mismo de lo que le dijo a su homólogo de Estados Unidos.
El Presidente Biden aseguró que a finales de mayo habrá vacunas suficientes en Estados Unidos para todos los adultos. ¿Correremos en México con la misma suerte?
La respuesta obvia es no y como consecuencia, la verdad de la que nos queremos escapar se hace, incansablemente presente: ¡no, no somos iguales!
La Secretaría de Hacienda ha reiterado que todos tendremos acceso gratuito a la vacuna, pero, con claridad, no ha dicho cuándo sucederá eso. Hechos que nos alejan de la aspiración a la igualdad.
“Hay una diferencia entre hablar de una conversación e ir avanzando hacia adelante (…) Solo estoy hablando de lo que ha logrado cruzar la línea de meta”, señaló Jen Paski, Secretaria de Prensa de la Casa Blanca. Contrario a lo que podemos imaginar, no está contrastando entre las formas de comunicar de ambos gobiernos, hablaba de la proyección de la vacunación en Estados Unidos.
En México, desde el gobierno, pronunciamos discursos en función la aspiración, allá enfatizan que esa fecha está en establecida en línea con lo que tienen en firme. De este lado de la frontera aspiramos a ser iguales, allá a ser mejores que ellos mismos. A nadie sorprenderá si la fecha límite de mayo se acorta como ya sucedió. Antes era julio.
Bajo el escenario de igualdad que plantea el Presidente López Obrador, ¿imaginan a Biden pronunciando un discurso en el que plante como logro que están vacunando de una forma más eficiente que México?
Never.
En contradicción, mientras pedimos igualdad, pedimos vacunas. El Canciller Ebrard ha hecho un extraordinario trabajo de negociación en un escenario inédito. Suficiente para dar esperanza, pero no para generar inoculación.
No creo que Estados Unidos sea mejor, tampoco peor que nosotros. Lo que es una realidad es que somos diferentes y que la obsesión por ser iguales nos aleja de tan inalcanzable objetivo.
¿Qué pasaría si por un momento nos planteáramos ser mejores que lo que fuimos nosotros mismos ayer? Crearíamos un círculo virtuoso. ¿Creemos capaz al Gobierno de dejar de compararse con el pasado “corrupto”?
El mayor daño que nos estamos haciendo los mexicanos es seguir asumiendo como acto de verdad un discurso sin cuestionamiento o aceptándolo como la única verdad consecuencia de la corrupción. Corromper también es cimentar en el abuso. El día que despertemos, será, tal vez, demasiado tarde.
Aletia Molina
@AletiaMolina