De pie, detrás de un atril instalado dentro de la biblioteca del Palacio Apostólico, y enmarcado por un árbol de Navidad y un pesebre, el papa pronunció la tradicional oración del Ángelus.
«Les envío mis mejores deseos de paz y serenidad para el nuevo año», dijo. «Los dolorosos acontecimientos que marcaron la vida de la humanidad el año pasado, en particular la pandemia, nos han enseñado cuán necesario es interesarse por los problemas de los demás y compartir sus inquietudes».
El jueves, el Vaticano anunció que el papa sufría una «ciática dolorosa» y que no podría presidir las celebraciones litúrgicas programadas para el jueves por la noche y el viernes por la mañana en la Basílica de San Pedro.
Poco antes de Navidad, dos cardenales que forman parte del círculo cercano al Papa, un polaco y un italiano, contrajeron el covid-19, volviendo a plantear dudas sobre la protección de Francisco, de 84 años y que rara vez usa máscara.
Aunque las reuniones oficiales del Papa con altos funcionarios de la Santa Sede se comunican a diario, el papa también tiene muchas reuniones privadas en la residencia hotelera Santa Marta donde vive.
Durante el primer confinamiento en Italia, Francisco estuvo aislado en su biblioteca los domingos para la oración del Ángelus, pero luego apareció con frecuencia aunque brevemente en una ventana para saludar hacia una plaza de San Pedro casi vacía.
El papa es considerado una persona en riesgo, teniendo en cuenta que a los 21 años, en 1957, Jorge Bergoglio sufrió una pleuresía aguda y los cirujanos tuvieron que extirpar parcialmente su pulmón derecho, detalla su biógrafo Austen Ivereigh.
El Vaticano todavía no ha indicado cuándo podría vacunarse contra el Covid-19