Una cancelación de los Juegos Olímpicos de Tokio, lo mismo que una nueva postergación o la realización de justas sin público, tendría un impacto tan global como la misma propagación del coronavirus que hace peligrar la competencia.
El Comité Olímpico Internacional (COI) y los organizadores locales dicen que la justa olímpica se llevará a cabo como estaba programado, pero el reloj sigue avanzando.
El destino de los juegos afecta a 11 mil deportistas, además de 4 mil 400 paraolímpicos, técnicos y dirigentes, organizadores, el Gobierno japonés y el orgullo nacional, medios de transmisión, aficionados y patrocinadores de todo el mundo.
Suma a esto hoteles, aerolíneas y chóferes de taxi, así como 80 mil voluntarios que no cobran y que se perderían una oportunidad única en la vida.
“Escucho por ahí que los Juegos podrían ser cancelados. Sería horrible”, dijo J’den Cox, bicampeón mundial de lucha y medalla de bronce en los juegos olímpicos de Río de Janeiro, en declaraciones a la Associated Press. “Destrozaría a mucha gente si no se hacen”.
La “marca” olímpica podría resultar manchada, aunque el COI sería uno de los menos afectados económicamente si el evento se suspende. El Comité tiene varios meses para tomar una decisión definitiva.
“Cuesta imaginar que esto se habrá resuelto para fines de mayo, pero podría ser”, comentó Ali Khan, epidemiólogo y decano del Colegio de Salud Pública de la Universidad de Nebraska, en declaraciones a la AP que hizo llegar por correo electrónico.
“Al margen de ello, si hay deportistas contagiados, los juegos no serían demasiado interesantes”.
“Se sabe que es muy fácil el contagio en eventos con mucha gente”, señaló Khan.
Kazuhiro Tateda, experto en enfermedades infecciosas y miembro de una comisión del Gobierno japonés, consideró que el virus probablemente tarde en desaparecer.
“A diferencia de la gripe, que se va cuando llega el verano, pareciera que el coronavirus podría durar entre seis meses y un año”, precisó Tateda al canal NHK.
El COI tiene numerosos reaseguros financieros en caso de una cancelación, algo que se ha dado una sola vez, durante tiempos de guerra, desde el inicio de los Juegos Olímpicos modernos en 1896.
El último informe anual indica que tiene una reserva de casi 2 mil millones de dólares, que podría cubrir los gastos hasta los Juegos Olímpicos de Invierno del 2022 en Beijing.
Los informes anuales del COI señalan que pagó 14.4 millones de dólares por un seguro para protegerse de una eventual cancelación de las Olimpiadas de 2016 en Río de Janeiro y 12.8 millones para asegurar la justa olímpica de invierno del 2018 en Pyeongchang, Corea del Sur.
Wolfgang Maennig, excampeón olímpico de remo y quien enseña economía deportiva en la Universidad de Hamburgo, explicó que cualquier pérdida sería compartida.
“Las compañías de seguro tendrían que pagar por buena parte de las pérdidas del COI”, expresó en un correo electrónico enviado a la AP. “El resto lo tendrá que absorber el COI”.
El contrato firmado por el COI con la ciudad de Tokio estipula que se pueden cancelar los juegos por razones de fuerza mayor.
Los más perjudicados por una cancelación podrían ser los deportistas, según Victor Matheson, economista especializado en el deporte del College of the Holy Cross de Worcester, Massachusetts.
“Su carrera no es larga y en muchos deportes los Juegos Olímpicos son la gran oportunidad de beneficiarse económicamente”, detalló a la AP.
Matheson expuso que las pérdidas que sufran hoteles y otros servicios difícilmente estén aseguradas. Las inversiones en estadios parecen riesgosas.
Aproximadamente el 73 por ciento de los ingresos de 5 mil 700 millones de dólares del último ciclo olímpico (2013-2016) provinieron de la venta de los derechos de transmisión. La cadena estadounidense NBC representa al menos la mitad de esos pagos. Los patrocinios aportan el 18 por ciento.
La empresa madre de NBC, Comcast, dijo que, gracias a los seguros y a la forma en que se redactan los contratos, la cadena no sufriría pérdidas si se cancelan los juegos. Pero dejaría de percibir el dinero de los avisos, que en Río 2016 llegó a 250 millones de dólares.
Christopher Chase, abogado de Nueva York especializado en el deporte, la propiedad intelectual y los medios de prensa, señaló que difícilmente los patrocinadores y los medios de comunicación demanden por ruptura de contrato si las Olimpiadas no se llevan a cabo o si cambian las condiciones. Indicó que estos contratos generalmente tienen cláusulas que los protegen en situaciones extraordinarias.
Pero “todo aquel que ya haya pagado por alojamientos, vuelos y demás, probablemente pierda ese dinero. El dinero de los patrocinadores es la menor de las preocupaciones”, puntualizó.
Fuente: El Financiero