Es cierto que se ha hablado y escrito hasta el cansancio sobre su vida y obra, sin embargo, hay un par de razones por las que Elvis Presley: The Searcher, producción de HBO, debe ser considerada como uno de los documentales definitivos acerca del célebre Rey del Rock.
La primera de ellas es lo completo del material incluido y la claridad de los enfoques de la narración, que aprovecha la carga de nostalgia que este provoca, mientras deambula libre de los artificios, entre los compases producto del idilio del country, con el rhythm and blues y el bluegrass, entre otros ritmos.
La segunda, y quizás la más importante, es la forma en que, sin dejar del lado nunca los lineamientos básicos que dicta el género, la narración va acomodando cada una de las piezas que le permiten reflejar la trascendencia del protagonista a nivel histórico, dejando que poco a poco vaya emergiendo vestido de evocación, el lado más entrañable de aquel joven de Memphis que estaba lleno de sueños.
Una conmovedora visión que prevalece hasta el momento en que dan fe de como El Rey comienza a ser consumido por las implicaciones del show, concentrándose en los pasajes en donde el protagonismo de sus canciones hace evidente aquello que les hacía únicas, empezando por el gozo y el profundo vínculo que tenía con sus raíces.
Todo mientras escuchamos las declaraciones de Priscilla Presley y su amigo de la infancia Red West, además de los de músicos como Tom Petty y Bruce Springsteen, acompañados de una selección musical que con mucho sentido dramático sirve para establecer un nostálgico telón de fondo.
Es así que asistimos tanto a un recorrido por los procesos creativos que revelan la inteligencia y la pasión con que el ídolo en ciernes, que funcionaba mejor rompiendo las reglas, fue prendiendo a detectar las reacciones del público, hasta hacer de ellas una efectiva herramienta, para llevarles por los caminos que les iba dictando en sus canciones “con ese lento estilo sureño” como dijera Alannah Myles en su tema homenaje titulado “Black Velvet”, y encontrarse con “una nueva religión…”