Ahora sí que la #4T (Y todos nosotros) estamos en problemas, y frente a México: la tormenta perfecta, pero poco o nada se hace para combatirla.
Ya de facto, la crisis médica y económica sería suficiente para prender los focos rojos en Palacio Nacional, pero, ahora la caída en la recaudación fiscal, la degradación de los rangos de las calificadoras internacionales, pues el costo de la deuda se incrementa de manera sustancial al contrastarla con la generación del PIB, por el incremento de los intereses, las cosas están harto complicadas para el presi López Obrador.
AMLO busca dinero fresco hasta por debajo de las piedras y por ello volteó a ver a las Afore, como también buscó manejar discrecionalmente el Presupuesto de Egresos de este año y como no ha podido, fue sobre los fideicomisos y así persistirá en su búsqueda hasta encontrar ese dinero que le permita fondear sus programas político-asistenciales y las tres obras inútiles que se ha empeñado en construir.
¿Por qué? Pues porque el señorcito ya se gastó todos los ahorros y fondos que se crearon durante los gobiernos ‘neoliberales’ a una velocidad sorprendente, y no para el propósito que fueron creados, no, sino para prepararse rumbo a las elecciones intermedias de 2021… si usted pensaba que eran para enfrentar la pandemia y sus efectos, pues, no.
La primera vez que la 4T usó el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestales tomó más de 149 mil millones, en una segunda ocasión en la que metieron mano a este ahorro le vaciaron bastante más.
La economía de México depende de las acciones y planeaciones a futuro de las pasadas administraciones y no de las escuetas acciones realizadas por la 4T. Así que, para molestia y dolor de AMLO, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto siguen vigentes en el modelo económico de un gobierno de izquierda que en las palabras los critica, pero que en los hechos vive de los ahorros y fondos que construyeron en sus administraciones.
El primer año del gobierno de López Obrador se encontraba ensalzado en una esperanza de prosperidad que nunca llegó, arrojó originalmente un retroceso de 0.1 por ciento en los datos preliminares del Inegi; sin embargo, en realidad el país se ubicó 0.3 por ciento abajo respecto al crecimiento de 2.5 por ciento de 2018, último año del neoliberalismo, según expresiones del mismo presidente, es decir una baja real de menos 2.8 por ciento.
Y eso de que íbamos requetebien fue sólo un sueño guajiro, por no decir: otra mentira.
Bien podríamos calificar a AMLO como neoliberal, ya que si este fuera congruente con su discurso tendría que cambiar la forma en cómo se construye el Presupuesto para el país; en cambio lo único que ha hecho es poner parches al ‘modelo neoliberal’ utilizado por décadas.
Aletia Molina
@AletiaMolina