Es un hecho claro que la pandemia de COVID-19 ha tenido un aumento en las últimas semanas en diversos países del mundo. El número de casos se ha ido incrementando en forma significativa. Muchos factores son los causantes de esto. Los más notorios, por supuesto, son los sociales. La gente se ha cansado del tema y se han reducido las medidas de aislamiento social. La economía en diversos países no resistiría otra temporada larga en que todo esté cerrado y la producción y venta de insumos o enceres se reduzca, por lo que los gobiernos han tenido que lidiar entre el riesgo de una crisis sanitaria y otra económica. Por otro lado, hemos ido aprendiendo, con lo que ha aumentado la posibilidad de hacer pruebas diagnósticas y, por tanto, el número de casos que se detectan al día. En los Estados Unidos, por ejemplo, en las últimas dos semanas reportan cada día alrededor de 180 mil casos nuevos. O sea, en un día reportan como el 20% de lo que nosotros hemos reportado en ocho meses. Así mismo, reportan como 2,200 muertes diarias, lo que significa mortalidad de 1.2 %, un número bastante menor al 10% de mortalidad en México, que se debe en parte a que solo detectamos los casos más graves. Entonces, parte del incremento puede ser porque ahora se detectan más casos que antes. Otros de los factores que parecen explicar el aumento en los casos y que es poco conocido en la población son los inherentes al virus. El virus ha mutado y eso aparentemente está detrás del aumento en la tasa de contagio.
El SARS-CoV-2 es un virus de RNA. Esto quiere decir que el virus consiste en una molécula larga de RNA mensajero que tiene la información que codifica para una serie de proteínas, de las cuales, una de ellas es conocida como SPIKE, que es la que le permite interaccionar con el receptor de membrana. Entonces, cuando el virus entra en contacto con las células del epitelio respiratorio, la proteína SPIKE interacciona con el receptor, lo que permite al virus ingresar a la célula. Adentro, las enzimas del virus “secuestran” la maquinaria de la célula para hacer proteínas y la utilizan para hacer más virus y empaquetarlo. Una mutación en el SARS-CoV-2 parece haberle conferido un cambio en la proteína SPIKE que la hace más afín por el receptor de membrana y por lo tanto, puede infectar más fácilmente. Me explico en los siguientes párrafos.
Primero, para entender una mutación. Las proteínas están hechas de aminoácidos. Hay 20 aminoácidos diferentes y las proteínas son parecidas o no entre ellas dependiendo de cuantos aminoácidos tienen y en que orden están colocados. Es algo parecido entre las letras y las palabras o las notas y la música. Con 28 letras podemos construir un sinnúmero de palabras. Algunas muy parecidas, pero que con una letra cambia el sentido. Por ejemplo, “sala” y “sola”. Con las mismas siete notas musicales podemos construir muy diversa música, desde Bach hasta un reguetón. El RNA está conformado de cuatro bases, G-A-C-U, que dictan en grupos de tres bases (codones) que aminoácido se incorpora a la naciente cadena de proteína. Un codón GGA dicta que se ponga glicina, pero el codón AGA, dice que se ponga una arginina. Por tanto, un cambio en una base del RNA (mutación) puede tener un efecto importante en qué aminoácido se ponga y eso cambiar alguna propiedad de la proteína.
Esto es lo que ha pasado aparentemente con el SARS-CoV-2. Cuando inició la pandemia, el SARS-CoV-2 tenía el aminoácido aspartato (D) en la posición 614 de la proteína SPIKE. Pero luego surgió una variante del virus, en el que, por una mutación, en la posición 614, el aminoácido cambió a glicina (G). Por sus siglas, se conoce entonces como D614G. Un estudio publicado en la prestigiosa revista Cell en agosto (doi.org/10.1016/j.cell.2020.06.043) muestra la epidemiología molecular del virus y cómo la mayor parte de los enfermos en marzo tenían la variante D614, mientras que para agosto casi todos tienen la mutante D614G, lo que sugería que esta última tiene mayor capacidad de infectar.
Hace unos días en la revista Science se publicó un artículo (10.1126/science.abe8499, 2020) en el que se comparó la capacidad del virus original (D614) y del mutante (D614G) para infectar células del tracto respiratorio en cultivo, así como la transmisibilidad y gravedad de la infección en dos modelos animales: ratones transgénicos a quienes se les agregó el receptor para SPIKE y por lo tanto, pueden infectarse con SARS-CoV-2 y una especie de hámster de Siria que puede naturalmente infectarse con el virus. El estudio es extenso y complejo, pero en pocas palabras lo que concluye es que 1) el virus D614G tiene mayor capacidad de infectar a las células; 2) que esta capacidad aumentada es en particular en las células de tracto respiratorio superior, no inferior; 3) que la transmisibilidad de un animal a otro es mayor con la variante D614G y 4) consistente con el punto 2, la enfermedad que produce no es más grave. Por tanto, tenemos ahora un virus que infecta más fácil, pero no es más grave. Por eso tenemos más casos, pero con la misma proporción de casos graves y de muertes. Para beneplácito de todos, el estudio muestra también que la posibilidad de bloquear al virus con los anticuerpos neutralizantes no está afectada, por lo que la infección por el virus mutante D614G debe de prevenirse igual por las vacunas que van en curso.
Como nos lo muestra de manera divertida, hermosa y novelada Paul de Kruif, en su deliciosa novela Los cazadores de microbios, cuando queramos entender lo que pasa con ciertas enfermedades, hay que voltear al mundo microscópico y ahora, al molecular, para entenderlo. Una mutación hizo que el virus se propague con más facilidad.