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La música y la salud: Francisco Fonseca

Publicado por
José Cárdenas

Francisco Fonseca

El siglo 21 nos está deparando a cada momento sorpresas. Para una positiva sí estábamos preparados, para las peores no.

De éstas últimas, obviamente me refiero a la desgraciada pandemia que envuelve a todo el planeta, y que permanecerá, según los pronósticos durante varios meses más, abarcando gran parte de 2021. Otra sorpresita es el encono que campea en los Estados Unidos con motivo de las elecciones de hace unos días, encono que ha dividido al mundo. A este respecto me parece bien la postura del presidente de México de no reconocer al triunfador hasta que finalice el proceso electoral. Y una más es la situación que vive México entre asesinatos, chismes de detenidos, tormentas y huracanes, diferendos entre autoridades estatales y federales. Válgame Dios.

Prefiero hablar de lo positivo. No sólo el campo de la cibernética está siendo redescubierto: el de la salud nos muestra ahora sus anchos cauces por los que tenemos que transitar.

Desde hace tiempo habíamos presentido que la música, además del disfrute sonoro que representa, puede ser utilizado como un instrumento eficaz en contra de importantes malestares orgánicos, sobre todo los que están relacionados a la estructura emocional.

Se ha comprobado que la música clásica, por ejemplo, tiene ciertas propiedades terapéuticas. Las notas musicales estimulan, invaden, o serenan, aquietan el ánimo. Los científicos están experimentando con los efectos que sobre la mente producen las vibraciones de las Ondas Alfa y Beta. Así, cualquier obra musical que produzca alrededor de 60 pulsos por minuto, podrá alterar el estado de las ondas cerebrales, el bienestar de la conciencia y su percepción especial. Tal es, por ejemplo, el impacto de ciertas piezas barrocas o de ambiente selecto.

Algún tipo de música tiende a equilibrar los procesos rítmicos de la respiración y del metabolismo, evitando los pensamientos depresivos y las conductas impulsivas. Es tan evidente la influencia de la música que un filósofo contemporáneo decía que las obras de Wagner le hacían respirar con dificultad, y se sobreponían a su estado emocional haciéndole perder la calma, la serenidad.

Las geniales composiciones de Mozart son las que más y mejor se emplean para fortalecer la memoria y la concentración. Se dice que sintonizar con la música es sintonizar con el corazón, particularmente si sus pulsaciones responden a todas las variaciones musicales como frecuencia, tiempo y volumen. A este respecto, hay que decir que el excesivo ruido del rock altera hasta un 10 por ciento la presión arterial, según un reporte de la Universidad de Carolina del Sur.

También el tono y la flexibilidad del sistema muscular están influidos por el tono, el sonido y la vibración musical. Hay música para todo: para controlar la temperatura corporal, para la producción natural de endorfinas que tienen que ver con la euforia, el placer, la serenidad y la depresión. Hay melodías para dejar de fumar, para desaparecer los dolores crónicos. En fin, como ya lo decía, sintonizar con la música es sintonizar con lo mejor de nosotros mismos: con el lenguaje del espíritu.

La página Importancia-guía de ayuda nos provee de conceptos muy valiosos, varios de ellos científicos. Dice que parte de lo que nos hace ser humanos es la música. Todas las culturas, desde las primeras civilizaciones hasta las más actuales, crean música. De hecho, los instrumentos musicales están entre los objetos más antiguos diseñados por el hombre; hay hallazgos, por ejemplo, de flautas de 37 mil años de antigüedad. Si comparamos esto con el proceso de lectura y escritura que no tiene más de 35 mil años e incluso hay comunidades que lamentablemente aún no lo practican, podremos darnos una idea del significado que tiene la música en la evolución de la sociedad.

Hay teorías que indican que la música es el precursor evolutivo del lenguaje, es decir, el puente entre los gritos y gestos de los primates y nuestra propia comunicación en un sentido más abstracto. Escuchar una canción alegre, por ejemplo, puede ayudar a levantar nuestro ánimo, mientras que una triste tendrá el efecto contrario.

¿Por qué es importante aprender música?
¡Para comunicarnos! Entre más aprendamos, mejor podremos expresarnos y mayor será nuestro entendimiento sobre lo que significa ser humanos.

La música debe aprenderse desde la más tierna infancia, pues el cerebro de los niños está en desarrollo y es el momento perfecto para fomentar hábitos positivos. Entre más variedad de música escuchen y aprendan, más versatilidad de géneros les gustarán, al llegar a la edad adulta.

Finalmente, hay un elemento social en la música. Disfrutamos de ella por la misma razón que nos gusta comer, correr y saltar. Tratarla como una frivolidad nos lleva a ser infelices. La música se mete bajo la piel, crea sentimientos intensos y recuerdos fuertes. No hay nada más básico que ella y al mismo tiempo no hay nada más complejo ni hermoso.

Premio Nacional de Periodismo
Fundador de Notimex
pacofonn@yahoo.com.mx

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José Cárdenas