En un comunicado, añadió que es el primer dispositivo de pruebas serológicas desarrollado en América Latina.
«El dispositivo ha sido validado con muestras de suero provenientes de pacientes que tuvieron COVID-19 y alcanzó una sensibilidad del 95 por ciento y especificidad del 91 por ciento, pero alcanza el 100 por ciento en ambas métricas para pacientes después de 3 semanas de presentar los primeros síntomas», indicó el Conacyt.
El instrumento, que mide poco menos que una tarjeta de crédito, tiene la capacidad de procesar hasta 50 muestras de suero en paralelo, con mínima supervisión.
Además, contiene biosensores que detectan la presencia de anticuerpos IgG o IgM contra cuatro proteínas del virus SARS-CoV-2, que incluyen la proteína Spike (S), la subunidad S1, la nucleocápside, y la proteína RBD.
Se planea su distribución en diversos hospitales de la República Mexicana. Asimismo, será patentado y, posteriormente, comercializado a través de una empresa inicial de innovación tecnológica.
Las pruebas serológicas ayudan a determinar la magnitud de un brote o la amplitud de una infección en una población dada. Los estudios de seroprevalencia ofrecen un panorama más completo de la manera en que esa población se ha infectado con el SARS-CoV-2, y permiten detectar casos desconocidos que no fueron identificados mediante vigilancia sistemática o activa.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ‘serología’ es el estudio de los anticuerpos en el suero sanguíneo.
Cabe señalar que los ‘anticuerpos’ forman parte de la respuesta inmunitaria del cuerpo a una infección. Los anticuerpos puede ser utilizados para detectar el COVID-19, en las primeras semanas de la infección.
La presencia de anticuerpos indica que la persona estuvo infectada con el SARS-CoV-2, independientemente de que haya tenido enfermedad grave o leve, o que no haya presentado ningún síntoma.
Los ‘estudios de seroprevalencia’ se realizan para calcular la amplitud de la infección, medida según los niveles de anticuerpos, en un grupo de población dado. Se supone que la seroprevalencia inicial de cualquier nuevo virus, incluido el SARS-CoV-2, en una población es baja o inexistente, dado que el virus no ha circulado anteriormente.