Primero: los resultados finales no van a ser tan distintos a los que sugirieron las encuestas. El margen en el voto popular será ligeramente menor —unos siete millones de votos, en lugar de 10 millones— pero el del voto en el Colegio electoral —probablemente Biden obtendrá 306 votos— acabará siendo más o menos igual. Los estados claramente vistos como inclinándose hacia Biden —Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Arizona— y donde Hillary Clinton perdió hace cuatro años caerán en la columna de Biden. Aquellos que hicieron que a muchos nos brillaran los ojos —Ohio, Florida, Texas— se encontraban dentro del margen de error de las encuestas serias. No se pudo, pero no tampoco estaban cantados.
Segundo: los intentos de Trump de judicializar la elección van a fracasar. Ni los tribunales, ni la Suprema Corte, ni la mayoría de los jerarcas Republicanos lo van a respaldar. Podrá tener éxito en mantener viva su fuerza, e ilusionar a su base, para sostener que no perdió. Pero no está en juego el resultado.
Ilustración: Fabricio Vanden Broeck
Tercero: probablemente los Demócratas pierdan el Senado, pero no es seguro. Las dos senadurías de Georgia se van a segunda vuelta en enero. Aunque parezca difícil, y se tratará seguramente de las elecciones más caras de la historia del Senado en Estados Unidos, el hecho de que Biden haya ganado en ese estado abren posibilidades de triunfo para los Demócratas. De ser el caso, se empataría en 50 la correlación de fuerzas en la Cámara alta, y el voto de calidad de la vicepresidencia será para el partido de Biden.
Cuarto: es falso que el voto latino no haya favorecido a Biden. El voto cubanoamericano en Miami (3% del total nacional del voto latino) no favoreció a Biden, por razones conocidas y evidentes (el viaje de Obama a La Habana hace cinco años). De acuerdo con dos encuestas de salida, 74% de los mexicoamericanos votaron por Biden y 23% por Trump, es decir, un margen demás de tres a uno. Si incluimos a los cubanos, 70% de los hispanos o latinos favorecieron a Biden, 27% a Trump. Es un margen comparable al de hace cuatro u ocho años. Las palabras latino o hispano son eufemismos: se trata en su gran mayoría de mexicoamericanos.
Quinto: las encuestas de salida muestran un mayor acuerdo entre todos los votantes sobre los principales temas sustantivos que lo que la división electoral o ideológica sugeriría. Trátese de reformas al sistema de salud, de la policía, de las leyes migratorias o del racismo, existen mayorías de apoyo (mayores o menores) entre todos los sectores de la población.
Por último: la vida sigue. En su primera audiencia en Nueva York, el exsecretario de la Defensa se presentó con unos abogados “patito”, que recogen casos que otros no aceptan y que cobran menos. Al igual que García Luna, el bufete de Quinn Emmanuel no siguió con el caso, ya sea porque Cienfuegos y García Luna no pudieron pagar, ya sea porque su forma de pago no resultó aceptable para el despacho. Mal augurio para el General.
Jorge G. Castañeda
Secretario de Relaciones Exteriores de México de 2000 a 2003. Profesor de política y estudios sobre América Latina en la Universidad de Nueva York. Entre sus libros: Sólo así: por una agenda ciudadana independiente y Amarres perros. Una autobiografía.
Articulo de Nexos