El empeoramiento de la situación sanitaria en Francia ha provocado que desde este sábado haya ocho ciudades del país, incluido París, en alerta máxima, una clasificación que implica entre otras medidas el cierre total de los bares y un protocolo reforzado en los restaurantes.
París, Marsella, Aix-en-Provence y Guadalupe (Antillas) ya estaban en esa situación y desde hoy lo hacen también Lyon, Lille, Grenoble y Saint-Etienne, mientras que, si los indicadores no mejoran, en Toulouse y Montpellier esas dos urbes también podrían verse sometidas a nuevos controles a corto plazo.
La alerta máxima se declara en Francia cuando la tasa de incidencia acumulada en los últimos siete días supera los 250 positivos por cada 100,000 habitantes entre la población en general y los cien casos entre las personas mayores, así como cuando al menos el 30% de las camas de las ucis están ocupadas por pacientes de Covid-19.
“La situación sanitaria sigue degradándose en Francia. Sucede lo mismo en muchos países vecinos”, advirtió esta semana el ministro francés de Sanidad, Olivier Veran.
Solo este viernes se registraron en las últimas 24 horas 20,339 contagios, un récord de positivos, frente a los cerca de 18,000 de los dos días anteriores, que elevaron a 691,977 el número de casos desde el inicio de la epidemia, a la que se le atribuyen 32,630 muertes en Francia.
Su impacto, no obstante, ha sido desigual entre las distintas clases sociales.
Un amplio estudio realizado entre 135,000 personas por el Instituto Nacional de Sanidad e Investigación Médica (INSERM), difundido este viernes, reflejó que la enfermedad ha afectado sobre todo a los más desfavorecidos.
Los positivos entre quienes comparten piso y disponen de menos de 18 metros cuadrados por persona fueron 2.5 veces superiores, según esa encuesta, que precisa que un 17% de trabajadores no cualificados se han contagiado, frente a solo el 5% de cargos directivos.
Esas últimas diferencias, según el INSERM, se explican por las condiciones laborales y el acceso al teletrabajo, una posibilidad a la que se acogieron el 49.9% de los puestos superiores y solo un 0.9% de los obreros sin cualificación.
Las restricciones para contener el coronavirus han tenido un impacto en miles de empresas, principalmente del ámbito de la restauración o el cultural, y han hecho que el Ejecutivo amplíe su Fondo de Solidaridad, con ayudas de hasta 10.000 euros mensuales, a otras 75.000 compañías de nuevos sectores afectados, como los floristas.
El sindicato nacional GNI-HCR, que agrupa a hoteles, cafés y restaurantes, calcula que en la capital francesa han tenido que cerrar mil bares desde la entrada en vigor allí de la alerta máxima el día 5, y anticipa que el 40% de estos no podrá reabrir.
“La epidemia sigue y aunque la gente está resignada está sufriendo. El tsunami económico ya ha llegado”, dijo este sábado a Efe el presidente de la división de cafés, bares y restaurantes de esa agrupación, Marcel Bezenet.
Su sindicato estima que en París hay de 14.000 a 20,000 bares, cafés y restaurantes. Debieron cerrar solo aquellos locales cuya actividad principal era la venta de bebidas alcohólicas, un límite que hace que a primera vista la vida parisina casi no haya cambiado mucho, ya que la mayoría de establecimientos tienen licencia de cocina.
La Prefectura de Policía parisina precisó a Efe que en esta última semana han decretado el cierre administrativo solo de diez bares por incumplimiento de la normativa.
El protocolo sanitario para los establecimientos que siguen recibiendo clientes, sin embargo, sí es más estricto.
Hay que respetar un máximo de seis comensales por mesa, frente a los diez del primer protocolo, al menos un metro entre mesas de distintos grupos, y ha pasado a ser obligatorio mostrar en un cartel el aforo máximo y tomar el nombre y teléfono de los clientes para avisar en caso de contagios.
Fuente: EFE/Forbes