Mario Ávila
La voz de los estados
Nadie se sorprende de los distanciamientos que llegan a darse entre un presidente y algún gobernador, históricamente se ha presentado.
En tiempos del priismo estos eventos eran manejados con lenguaje y formas indirectas o, si lo quiere ver así, privilegiando la simulación y la hipocresía.
En esta administración las cosas son diferentes. El Presidente ha sido franco y directo reconociendo sus desacuerdos frente a los gobernadores públicamente pero, al mismo tiempo, decidieron darse la mano y seguir trabajando. Así los casos de Guanajuato y Jalisco.
En donde de plano no hay manera es en Chihuahua. La semana pasada, en medio del alboroto generado por la votación en la Suprema Corte, López Obrador visitó Chihuahua sin ver, saludarse o reunirse con Javier Corral.
No lo ocultó. Desde su salida admitió que la situación no es buena y por ello no habría encuentro.
Como lo hemos comentado en este espacio, el caso Chihuahua ha escalado a niveles no vistos.