Coronavirus

El archipiélago más grande del mundo es el ‘conejillo de indias’ para la vacuna china

Publicado por
Aletia Molina

En un caluroso día de agosto en Bandung, la capital de la provincia de Java Occidental, dos docenas de voluntarios llegaron a una pequeña clínica comunitaria dentro de un callejón para participar en la última etapa de uno de los ensayos más rápidos del mundo para una vacuna contra el COVID-19.

Rodeados de casas estrechas y niños jugando al aire libre sin cubrebocas, se preparan para una vacuna experimental desarrollada por la empresa china Sinovac Biotech, que muchos en Indonesia esperan que ponga fin a la destrucción provocada por el virus. Con aproximadamente un cuarto de millón de infecciones, el brote ahí es el segundo peor en el sudeste asiático, después de Filipinas, y su recuento diario de casos suma récords desde finales de agosto.

“Estoy cansado de ver cómo lidiamos con esta enfermedad. Solo quiero ayudar en todo lo que pueda”, dice el microbiólogo Abinubli Tariswafi Mawarid, de 27 años, uno de los voluntarios. “Creo que la vacuna es la solución mágica para esta pandemia. Esta es la más adecuada”.

Pocos países han abrazado la posibilidad de una vacuna con más fervor que Indonesia, donde el gobierno proyecta que la pandemia llevará a 4.9 millones de personas más a la pobreza, lo que pesa sobre su población de alrededor de 270 millones. El país ofrece una mirada a las enormes expectativas que impulsan el rápido desarrollo de las inoculaciones de COVID-19 a nivel mundial, así como a los posibles obstáculos.

En Bandung, una zona turística de más de 2 millones, los ensayos clínicos, a cargo de la empresa farmacéutica estatal PT Bio Farma, han sido muy publicitados. Muchas de las mil 620 personas de Bandung y pueblos cercanos que se han inscrito para las pruebas de Sinovac han sido entrevistadas en medios locales. El jefe de policía de la región recibió una inyección (que pudo haber sido la vacuna de prueba o un placebo), al igual que su gobernador, quien promocionó la experiencia en Instagram. Bio Farma ha trabajado con los reguladores para acelerar la aprobación de la vacuna de Sinovac y afirma que fabricará de 10 a 20 millones de dosis, incluso antes de que reciba luz verde, por lo que la inyección estará disponible de inmediato.

Iin Susanti, jefe de planificación y estrategia comercial de Bio Farma, señala que la distribución más amplia comenzará después de que los reguladores indonesios den su aprobación. El presidente Joko Widodo considera que en enero estaría la autorización para la vacuna, conocida como CoronaVac, aunque existe el riesgo de tropiezos en las pruebas.

Los retrasos globales en encontrar una vacuna que funcione serían devastadores para naciones que han apostado fuertemente por una. Indonesia, por ejemplo, tiene una gran fuerza laboral informal que corre el riesgo de morir de hambre durante los encierros. Su economía se contrajo un 5.32 por ciento en el segundo trimestre respecto al año anterior, la mayor caída desde las secuelas de la crisis financiera asiática a fines de la década de 1990. El gobierno relajó brevemente las reglas de distanciamiento social, pero las infecciones aumentaron. Ha crecido la preocupación de que Yakarta, la capital, se está quedando sin camas de hospital. La ciudad ha limitado el uso del transporte público y ha requerido que las industrias no esenciales tengan gente trabajando desde casa.

“El protocolo de distanciamiento continuará, pero al final del día, la vacuna es la respuesta para poner fin a esta pandemia”, afirmó Jokowi, como se le conoce popularmente al presidente, el 1 de septiembre. Pero incluso él reconoció las incertidumbres y señaló que no está claro cuánto tiempo durarán los efectos protectores de cualquier vacuna.

CoronaVac también se encuentra en ensayos de fase III en Brasil y otras partes del mundo (las pruebas en esa etapa requieren una gran cantidad de participantes en un sitio con un brote activo, algo imposible en China, que ha eliminado en gran medida la transmisión local).

La administración de Jokowi también ha encargado a los institutos de investigación y universidades locales el desarrollo de una vacuna propia, denominada ‘la rojo-blanca’, por los colores de la bandera indonesia. La compañía farmacéutica más grande del país, PT Kalbe Farma, se ha asociado con la surcoreana Genexine y en noviembre comenzará los ensayos clínicos de fase II, que miden la efectividad de un medicamento y los riesgos a corto plazo.

Equilibrar la seguridad con la velocidad es un desafío. La celeridad a la que las empresas de todo el mundo se apresuran a realizar estudios clínicos para administrar una vacuna contra el COVID-19 no tiene precedentes. El desarrollo de vacunas, que normalmente tarda hasta una década, se ha reducido a menos de un año por los fabricantes de medicamentos, lo que deja a algunos investigadores preocupados de que no haya tiempo para comprender los riesgos.

Rusia, por ejemplo, aprobó su vacuna Sputnik V antes de terminar la etapa final de las pruebas en humanos, lo que plantea preocupaciones y retos en materia de seguridad.

El presidente de EU, Donald Trump, ha presionado por una vacuna para octubre bajo el programa ‘Warp Speed’. En tanto, desarrolladores de vacunas, desde AstraZeneca hasta Moderna, se han comprometido a evitar atajos.

Los datos de pruebas de última etapa, como el que Bio Farma realiza en Indonesia, se consideran la prueba definitiva de la capacidad de una vacuna para proteger a las personas contra el virus. Sinovac ha dicho que la suya no tuvo problemas de seguridad en los ensayos de fase I y II, y Bio Farma asegura que no escatima en vigilancia.

Jeremy Lim, profesor adjunto de la Escuela de Salud Pública Saw Swee Hock de Singapur, dice que es probable que cualquier vacuna produzca solo inmunidad parcial en algunos grupos de personas, y las inyecciones podrían estar contraindicadas para algunos debido a efectos secundarios inaceptables.

La distribución también es un desafío. Para Indonesia, que ocupa el archipiélago más grande del mundo, otro obstáculo es transportar cualquier vacuna de manera segura a través de sus 6 mil islas habitadas, especialmente porque la de Sinovac debe almacenarse entre 2 y 8 grados para ser efectiva.

Incluso si una vacuna cumple todos los requisitos en seguridad y eficacia, no es buena idea apostar por ella, según Takeshi Kasai, director regional para el Pacífico Occidental de la Organización Mundial de la Salud. “La capacidad de producción no satisfaría realmente la demanda proveniente del mundo entero”, afirmó en una sesión informativa de agosto. Es importante seguir mejorando las medidas de contención existentes, como el uso de cubrebocas y el distanciamiento social, añadió, y no solo esperar la vacuna.

Fuente: El Financiero

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Aletia Molina