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Día Mundial del jefe: ¿jefe y líder?

Publicado por
Aletia Molina

¡Ah, los jefes! Somos todo y nada sin ellos. Y es que quién mejor para ayudarnos a destruir nuestras vidas…digo.. ¡A mejorar como profesionales! Pues son ellos los que con singular liderazgo se encargan de movernos a nosotros los empleados, simples piezas de ajedrez a posiciones estratégicas dentro de un negocio o empresa.

Hoy, 16 de octubre, se celebra el Día Internacional del jefe y todo se lo debemos a Patricia BaysHaroski, quien por estar saturada de trabajo olvidó el cumpleaños de su jefe y padre al mismo tiempo para quien trabajaba en el año de 1958 y para compensar el fallo eligió este día para celebrarlo, pero no sin antes acudir a la Cámara de Comercio de Estados Unidos a registrar el día para que se celebrara el Boss’s Day.  Y cuatro años después, se materializó su petición dejándonos a todos esta efeméride para celebrar a nuestros jefes como se merecen, pero sobre todo, para incentivar en los jefes sus cualidades positivas y recordarles que todos los que están a su cargo siguen siendo personas.

Y sí, la verdad es que nos guste o  no, a ellos debemos  gran parte de nuestro crecimiento profesional en esta jungla laboral que todos los días nos sorprende con algo nuevo. Hay jefes principiantes, grandes líderes inspiradores, mandones, temperamentales y un  largo etcétera de características, que quizá ahora escapan, pero según Raciel Sosa, un experto en Liderazgo del s.XXI, existen 5 que distinguen a un jefe de un líder para que tomes nota, tengas o no alguien a cargo, porque recuerda que la vida da muchas vueltas y a lo mejor hoy eres subordinado, pero mañana no y más vale tener en cuenta estos puntos que a nadie le hacen daño.

El jefe regularmente no parará nunca de hablar, porque siempre tiene la razón. Siente que no tiene la necesidad de escuchar a nadie más porque, como He-Man (Chiste para chavorrucos), su frase es: «YO TENGO EL PODER».  Los líderes por el contrario,  saben que puede haber una idea mejor que la suya y aunque hablan, hacen pausas para escuchar la retroalimentación de las personas a su cargo para consolidar la información que el equipo transmite y después tomar una decisión.

Mientras el jefe sólo da órdenes y deja tareas, porque se lo pidieron «de arriba» y no le importa  si el proceso para llevar a cabo las tareas es el adecuado o no, el líder se toma un espacio para cuestionar el proceso, modificarlo si es necesario y luego facultar al personal para llevar a cabo las tareas requeridas y obtener los mejores resultados.

El líder hace todo lo posible para desafiar al equipo para que surjan nuevas ideas de trabajo con objetivos concretos, mientras el jefe sólo dice «para allá vamos» o incluso pierde de vista el objetivo, porque sólo dirige una acción, que ni él sabe si funcionará o no, porque muchas veces no evalúa resultados previos.

El jefe siempre buscará culpables con expresiones como «¿Quién hizo esto?», mietras que los líderes se enfocarán en los fallos durante el proceso de la tarea y se preguntará «¿Qué pudo haber pasado?» o cómo se puede evitar o mejorar el desempeño de esa tarea específica.

Para los jefes el equipo no existe. El posicionamiento del jefe siempre estará en su ego, mientras que para el líder lo que importa es fortalecer el autoestima de todos los integrantes del equipo, pues un ser humano completo y satisfecho con su vida siempre será más productivo.   Sosa, declara que a la larga, «El ego te vuelve ciego del crecimiento de otro y eso más que impulsar, vulnera a la persona ( en este caso al jefe), mientras que la autoestima se basa en el autoconocimiento, los aportes y saber lo que uno vale para siempre estar en constante crecimiento y abierto a que otros aporten cosas para seguirse enriqueciendo».

Fuente: Forbes

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Aletia Molina