«Como decía Maquío, sólo está derrotado aquel que ha dejado de luchar» y nosotros por amor a México seguiremos en pie de lucha», fueron las palabras con las que la noche del 1 de julio de 2018 Ricardo Anaya se despedía de su vida política y pública. Dos años después, tras una larga ausencia, el 21 de septiembre, el panista anunció su regreso, una reaparición que podría resucitar al PAN y, de paso, convertir a ese partido en el rostro de la oposición con posibilidades de capitalizar el desencanto con el gobierno de la #4T.
El retorno del llamado «chico maravilla» a la escena pública oxigena la vida política de México y podría ser el personaje que encarne el contrapeso, su reto: aglutinar a la oposición.
El regreso del excandidato presidencial, se dio justo a nueve meses de que se realicen las elecciones en las que se renovarán 15 gubernaturas y las 500 posiciones en Cámara de Diputados… no es casualidad.
El regreso de Anaya Cortés es saludable para la vida pública porque, a prácticamente dos años de iniciado su gobierno, Andrés Manuel López Obrador no ha tenido oposición, y ello responde a que los partidos quedaron golpeados y derrotados moralmente. Ricardo Anaya es un joven y puede desarrollar una política transversal que es muy necesaria para unir a la oposición frente a un partido hegemónico.
Anaya se presenta justo cuando un movimiento como FRENA inspira más carcajadas que una voluntad colectiva para derrocar al actual gobierno. Sabe que es un momento preciso para darle rostro a un sentimiento que comparten cientos de miles de opositores, pero que sigue fracturado.
Desde el triunfo de López Obrador, la oposición se ha mostrado desdibujada y no ha aprovechado la oportunidad de canalizar el enojo y desencanto que hace mella en la sociedad por las decisiones tomadas en lo que va del gobierno actual.
La crisis económica, la pandemia de coronavirus y la inseguridad son el escenario perfecto para que la oposición pudiera ser la voz del descontento de los ciudadanos, una que sin embargo, no se ha hecho escuchar.
Para que Anaya Cortés logre ser el rostro de la oposición a López Obrador tendrá que hacer más que emitir un video semanal y criticar lo hecho por este gobierno, habrá de proponer soluciones y conectar con los ciudadanos.
Anaya fue el candidato panista menos votado en la historia de Acción Nacional, con 12 millones 600,000 votos. Durante su campaña por la Presidencia enfrentó acusaciones por el delito de lavado de dinero y más recientemente fue implicado por el exdirector de Pemex en el caso Odebrecht.
Pero la inteligencia de Anaya ya previó esos ataques, incluso los utilizará en su beneficio.
Con el regreso de Anaya, la oposición no necesariamente se juega ganar espacios en las que serán las elecciones más grandes de la historia de México, sino, no ceder más poder a Morena.
La cuestión no es avanzar, sino no retroceder más y, si se logra, lo demás es ganancia.
Aletia Molina
@AletiaMolina